20 de julio de 2011

Me doy permiso

Virginia Satir, terapeuta estadounidense, experta en terapia familiar, nos dejó en su libro “En contacto íntimo” un regalo acerca de los 5 derechos o permisos que todos y todas tenemos como personas.

Estos son:

1. Me concedo a mí mism@ el permiso de estar y de ser quien soy, en lugar de esperar a que otro determine dónde yo debería estar o cómo debería ser.

2. Me concedo a mí mism@ el permiso de sentir lo que siento, en vez de sentir lo que otros sentirían en mi lugar.

3. Me concedo a mí mismo@el permiso de pensar lo que pienso y también el derecho de decirlo, si quiero, o de callármelo, si es que así me conviene.

4. Me concedo a mí mism@ el permiso de correr los riesgos que yo decida correr, con la única condición de aceptar pagar yo mismo los precios de esos riesgos.

5. Me concedo a mí mism@ el permiso de buscar o pedir lo que yo creo que necesito del mundo, en lugar de esperar que alguien más me dé el permiso para obtenerlo.




Ejercer estos 5 derechos o permisos nos proporcionaría conectar con lo que realmente somos, con nuestra esencia, al margen de las expectativas y necesidades de los demás, así como asumir la responsabilidad de lo que nos sucede, de nuestros actos e incluso de nuestras propias emociones.

¿Qué derecho o permiso ejerces con naturalidad? ¿Cuál, en cambio, te está impidiendo ser auténtic@? ¿Qué parte de ti no estás dejando salir? ¿Qué se están perdiendo las personas que te rodean? ¿Qué te estás perdiendo tú por no concederte estos derechos o permisos?


Nota: Dibujo de Escher donde uno "se dibuja a si mismo" que me ayuda a reflejar la idea que quiero transmitir. Somos nosotros los que nos damos los derechos y los permisos, sin tener que esperar a que nadie nos los concedan.

12 de julio de 2011

LA SEÑORA PEPITA

La señora Pepita, bien equilibrada y orgullosa, de 92 años de edad, completamente lista cada mañana a las 8 en punto, con su cabello peinado al estilo de peluquería y un maquillaje

perfectamente aplicado, aún siendo casi ciega, se mudó hoy para un asilo de ancianos. El que había sido su marido durante 70 años, había muerto recientemente, obligando a que esta mudanza fuera necesaria.

Después de muchas horas de esperar pacientemente en la recepción del asilo de ancian

os, ella sonrió muy dulcemente cuando le avisaron que su habitación estaba lista. Mientras maniobraba su andador hacia el ascensor y yo le iba dando una descripción detallada de su pequeño cuarto, incluyendo las sábanas y cortinas que habían sido colgadas en su ventana, dijo: "me encantan", con el entusiasmo de un chiquillo de 8 años al que acaban de mostrar un nuevo cachorro.


- Sra. Pepita, usted aún no ha visto el cuarto... espere.


- Eso no tiene nada que ver, contestó. La felicidad es algo que uno decide con anticipación. El hecho de que me guste mi cuarto o no me guste, no depende de cómo esté arreglado el lugar, depende en como yo arregle mi mente. Ya había decidido de antemano que me encajaría.

Es una decisión que tomo cada mañana al levantarme. Estas son mis posibilidades: Puedo pasarme el día en cama, enumerando las dificultades que tengo con las partes de cuerpo que ya no funcionan, o puedo levantarme de la cama y agradecer por las que sí funciona. Cada día es un regalo y, durante el tiempo que mis ojos se abran, me enfocaré en el nuevo día y en las memorias felices que he guardado en mi mente... sólo en este momento de mi vida. La vejez es como una cuenta bancaria... uno extrae de lo que ha depositado en ella.

Entonces, mi consejo para ti sería que deposites gran cantidad de felicidad en la cuenta bancaria de tus recuerdos. Gracias por lo que has hecho para llenar mi banco de memorias. Sigo depositando, ¿y tú?

(Relato que aparece en varias páginas y blogs, sin firma)