22 de febrero de 2012

Mindfulness

El término mindfulness no tiene una traducción exacta a nuestro idioma aunque gran número de autores consideran que una buena traducción sería “atención plena” o “atención consciente” o “consciencia plena”.

Más allá de la traducción del término, es importante comprender su significado o su sentido más profundo.

Se dice que el mindfulness es una forma de meditación no implicando una reflexión o una profundización mental sino una experimentación.

Se trata de notar, sentir, percibir, observar la realidad, siendo más una experiencia sensorial que intelectual. Se trata de estar en continuo contacto con la realidad presente y cambiante.

Esta observación atenta y consciente consigue que no caigamos en los automatismos (reacciones automáticas), lo que supone la creación constante de nuevas categorías con las que ver la realidad, estar abierto a informaciones y así tener nuevas perspectivas y puntos de vista logrando promover un cambio en nuestro interior.

Al practicar mindfulness generamos o aumentamos la capacidad de permanecer consciente a los procesos internos y externos, sin enjuiciar ni reaccionar ante ellos, haciendo posible la aparición de la “novedad”, una forma nueva de entender la realidad interna/externa que resulte ser más integradora que las interpretaciones y reacciones habituales.

Con la práctica del mindfulness mejoraremos, entre otros aspectos, nuestra empatía, la comprensión, la paciencia, la aceptación, el no juzgar y el desapego. Al mismo tiempo, contar con esas habilidades nos facilitará su práctica. Es decir, son condición previa y al mismo tiempo son consecuencia de la misma.

Practicar mindfulness es aprender a centrar nuestra atención allá donde queramos, impidiendo sensaciones, preocupaciones, pensamientos o cualquier contenido mental que nos desubique del momento presente.

Los beneficios del mindfulness son entre otros:

  • Aumentar la concentración.
  • Reducir automatismos.
  • Minimizar los efectos negativos de la ansiedad o estrés.
  • Aceptación de la realidad.
  • Disfrutar del momento presente.
  • Potenciar nuestra autoconciencia y autoconocimiento.

Utilizando esta filosofía y técnica, desde Kaiden hemos programado un taller titulado “El mindfulness como vía para vivir en equilibrio” los próximos días 23 y 24 de marzo, en Madrid, donde aprenderemos a centrar nuestra atención en el momento presente, a conocernos mejor y atender a nuestras prioridades.

Para más información puedes contactar a través del mail en info@kaiden.es

15 de febrero de 2012

¿A qué nos vincula el miedo?

El miedo es una emoción primaria, esto significa que los seres humanos, al igual que otros animales, la experimentamos ante determinadas situaciones.

¿De qué nos habla el miedo?

De nuestra natural aversión al riesgo, a las amenazas, del instinto de supervivencia. Nuestro organismo genera una respuesta emocional de miedo cuando considera que existe un riesgo para nuestra integridad, para nuestra salud o incluso para nuestra supervivencia. Así, sentimos miedo de manera primaria ante cualquier riesgo real que aparezca en nuestro entorno.

¿Son estas situaciones las únicas que nos producen miedo?

Pues claramente no. Según la definición de la RAE el miedo es una "perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario" y también es un "recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea". Aquí aparecen ya las valoraciones subjetivas tan frecuentes en nuestros miedos.

Tanto en el fuero personal, como en el cultural y en el social, hemos creado estas valoraciones subjetivas que nos generan miedo y que son, en la realidad, más frecuentes y persistentes, que el miedo natural y reflejo ante un peligro vital inminente. Sentimos miedo a perder el trabajo, a que el banco nos desahucie por no pagar las cuotas de la hipoteca, a que el coche no funcione y no pueda llegar a mi destino, a que una persona se sienta decepcionada por algo que hice o que no hice. Existen muchas situaciones que prevemos que nos colocarán en una situación incomoda, desagradable o incluso terrible, cómo las dos primeras, y experimentamos miedo. Los seres humanos, hemos creado además otros sentimientos más poderosos que el miedo: temor, susto, terror, pavor, alarma, pánico.

En situaciones naturales, lo que hace el miedo en el organismo es producir una serie de cambios para estar preparado, bien para la huida y para ponerse a salvo, o bien para luchar y enfrentarse al peligro.

Lo que nos suele pasar a los humanos, sin embargo, es que al entrar en juego estos otros sentimientos no siempre nos ayudan a buscar una solución, a preguntarnos ¿qué es mejor en esta situación, huir o enfrentarme? ¿esconderme o expresar mi desacuerdo? El terror o el pánico no producen movilización en las personas, muchas veces nos paralizan y en lugar de activar nuestros recursos, nos bloquean, en lugar de permitirnos buscar soluciones, nos mantienen en una situación no necesariamente positiva o deseable. Lo que nos produce tener miedo a sentir miedo es la parálisis, nos anula la capacidad racional, los recursos cognitivos y nos volvemos seres no racionales.

Sentir miedo, es algo natural. El miedo nos informa sobre nuestro entorno, nos dice que hay algo que no es positivo para mi, que me puede dañar y me permite poner todos mis recursos en marcha para buscar solución.

¿A qué me ayuda tener miedo al miedo? ¿Conservar? ¿Mantener? ¿Evitar? Si siento miedo, quiere decir que necesito cambiar algo para salir de esa situación.

¿Qué otras estrategias existen para afrontar el miedo?

Como dice Will Smith: "me irrita tener miedo del miedo, por eso, desarrollé la actitud de empezar a hacer las cosas por aquello que más miedo me produce". http://www.youtube.com/watch?v=ikHyDwyqdRM

La evitación no produce cambio. El afrontamiento si.

Afrontar la situación que me produce miedo, ¿Me puede permitir solucionarla?

¿Qué quieres hacer con tus miedos? ¿Crees que puedes aceptarlos? ¿Crees que puedes afrentarlos? ¿Qué información te están dando? Escuchar a nuestras emociones, nos conecta con nosotr@s mism@s, con nuestros deseos y con nuestras metas.

7 de febrero de 2012

La influencia del futuro

Leía el otro día una frase “El futuro puede influir en el presente tanto o más que el propio pasado” y me impactó.

Seguro que has oído hablar de “El efecto Pygmalión” o profecía autocumplida.

En psicología, el Efecto Pygmalión es un fenómeno mediante el cual las creencias y expectativas del entorno respecto al individuo, afectan su conducta a tal punto que se provoca en éste la confirmación de sus expectativas. (Seeber.JM., Aegibay., 2005).

En otras palabras, todos tenemos la tendencia a tratar y a comportarnos con las personas o grupos en función de las expectativas o creencias que tenemos sobre ellos. Lo impactante y potente es que esas personas o grupos reafirmarán nuestra creencia porque serán sensibles a nuestras expectativas comportándose en base a cómo les hemos tratado. Es un bucle sin fin.

Mi expectativa (sobre alguien) hace que me comporte de una manera determinada con esa persona. Mi comportamiento (influido por mi expectativa) influye en esa persona, que se comporta como yo tenía esperado y por tanto reafirma mi expectativa. ¿Y si hubiera tenido otra expectativa? Está demostradísimo que el comportamiento (y el resultado) hubiera sido distinto.

¿Qué aplicación tiene esto en tu vida diaria? ¿Con tus hij@s, con tu equipo de trabajo, con tus amig@s y familia?

“La mirada del observador, modifica el comportamiento del observado” (Heinsenberg. 1927)

Evidentemente esto no sólo opera sobre lo que pensamos u opinamos sobre los demás, también sobre nosotros mismos. Cada día estamos valorando y evaluando nuestra realidad, nuestras capacidades, nuestro aspecto físico. Cada día nos decimos cosas agradables o no tanto. Cada día nos decimos si podemos o no lograr ciertas metas o sueños. Cada día, en definitiva, ponemos sobre la mesa expectativas sobre nosotros mismos ¿Crees de verdad que si no te consideras capaz de lograr algo lo vas a intentar con la misma intensidad? ¿Qué imaginas que ocurrirá?

Sabiendo esto, ¿Por qué no utilizas el efecto Pygmalión a tu favor y a favor de los tuyos?

1 de febrero de 2012

El ser auténtico

Podrían acusarnos de ser recurrentes con este tema, sin embargo, cada día veo ejemplos de personas que se olvidan de ser. Personas que se escudan en el (supuesto) beneficio a corto plazo, efímero y limitante que nos otorga eximirnos de nuestras responsabilidades, tener a un "culpable" ajeno a mi, o que nos permita dejar de ser yo, debido a circunstancias que me "obligan" a actuar de una u otra manera.
¿De verdad es así como queremos vivir? ¿Es así como creemos que somos auténtic@s?
Si como dice la RAE, el primer significado de ser es “verbo sustantivo usado para afirmar del sujeto lo que significa el atributo” ¿para qué me defino sin “ser”, sin atribuirme lo que soy, sin otorgarme significado? Cuando yo dejo que sean los demás o las circunstancias quienes me definen ¿quién soy realmente?
Lo que soy, está dentro de mí. Lo que no soy, a veces está en lo que hago, en lo que digo, o en mis decisiones. Vivir en esa dicotomía nos resta muchas energías y lo notamos en el paso de los días, en el cansancio de las semanas, en las pocas ganas de hacer lo que nos gusta, en el abandono de nuestros deseos y nuestros sueños. Creo que no me equivoco si afirmo que a nadie nos gusta aferrarnos a esta manera de entenderse, de definirse, por eso, invitamos constantemente a que exploréis vuestro interior, a que seáis, a que os expreséis desde vuestro ser auténtico, porque éste, sea como sea, es hermoso. Porque sois y porque desde vuestro interior irradiáis luz, energía, vida, fuerza,....¿Que a quién se lo decimos? A ti. A ti que estas leyendo esto, a ti a quien has escuchado estas palabras, a ti que eres.
Os invitamos a miraros hacia dentro y olvidaros un poquito, al menos por hoy, del exterior. No se trata de ser a costa del mundo y de las demás personas, sino de equilibrarnos, de armonizarnos con lo que nos rodea, desde nuestro ser, desde nuestra autenticidad.
¿Te apetece compartir cómo ha ido el día con este cambio?