18 de diciembre de 2013

Disfrutar desde la responsabilidad del ser

De forma continua e insistente, me doy cuenta en las conversaciones que tengo tanto en ámbitos profesionales como personales, que el mayor disfrute que encontramos las personas es cuando fluimos. 

Este estado de fluir tiene mucho que ver con ser quien realmente eres y por lo tanto, piensas, haces y dices las cosas que tienen que ver con quien eres. Para expresarlo en otras palabras, tienen que ver con tu yo real, con la esencia de tu persona y no con lo que te gustaría ser o con quien querrías o quisiste ser en algún momento pasado. 

Por lo tanto, el disfrute tiene que ver mucho con la aceptación. Y no hablo de aceptar a otras personas, la "realidad" (sea esta lo que sea para cada cual) o las situaciones que vivimos. Hablo de la autoaceptación. Seré más capaz de disfrutar cuanto más me acepte y para ello, asumo la responsabilidad de ser quien soy. 

Asumo la responsabilidad de mis ideas, de mis emociones, de mis simpatías, de mis antipatías, de mis valores, de mis sueños, de mis "realidades", de mis momentos, de mis anhelos, de mis miedos, de mis frustraciones, de mis fortalezas, de mis áreas de mejora, de mis acciones y no acciones. Es decir, asumo la responsabilidad de ser quien soy con todo lo que conlleva. 

Para mi, conlleva no endilgar a otras personas mis frustraciones. No culpar a otras personas por mis miedos o mis áreas de mejora. No responsabilizar a otras personas de lo que siento por sus acciones. No endosar a otras personas el serme antipáticas o no cumplir mis expectativas. Es decir, mi mirada, desde la responsabilidad del ser, no puede enfocarse siempre hacia fuera. Necesitaré mirarme a mi y como vivo y proceso lo que sucede en mi entorno, como me afecta y qué decido hacer con ello. 

No se trata de no ser asertiva/o, no se trata de aceptar todo lo que sucede. Entiendo que cuando me acepto, desde la honestidad más absoluta, me resultará más sencillo poner límites y ser asertiva por lo tanto. 

Podría quizás decir que se trata de "ser a pesar de todo lo demás". Así, me daré permiso de encontrar multitud de motivos para disfrutar en cada momento. 

16 de diciembre de 2013

La sesión de coaching

Cuando decidimos iniciar un proceso de coaching individual, quizás ya tenemos en mente con cual coach queremos trabajar. Seguramente entonces tendremos sus datos de contacto y podremos llamarle o escribirle para expresar nuestro deseo de quedar y conocernos con el fin de iniciar un proceso de coaching. 

Si no es así, dedicaremos algún tiempo a buscar referencias de algún coach para contactar con él/ella. Podremos preguntar a nuestros contactos, buscar en Internet o dirigirnos a las asociaciones oficiales que agrupan a los coachs certificados en nuestro país. 

La primera sesión o sesión exploratoria, está enfocada para el/la cliente, en conocer al coach, explorar cómo se trabajará en este proceso y sobre todo saber si es la persona que nos genera la confianza suficiente para empezar a trabajar en nuestra meta con ella. El/la coach intentará despejar las dudas que tenga el cliente sobre lo que es y lo que no es el coaching y de qué manera se trabajará a lo largo del proceso. Indagará sobre la posible meta u objetivo que tiene en mente el cliente (coachee) para iniciar un proceso de coaching. 

¿Cuánto tiempo dura la sesión?
Hay coachs que trabajan con una limitación temporal de 1 hora u 1.30 horas. En otras ocasiones, el profesional no limitan el tiempo por sesión dedicando el que necesite y del que disponga el/la coachee. La duración por lo tanto, la definirá en general el/la coachee.  

¿Con qué periodicidad nos reunimos para trabajar? 
Al inicio del proceso, es recomendable tener una sesión cada semana o 10 días. Una vez que se van fijando submetas o hitos con los que trabajar, se pueden espaciar más estas citas, cada 15 o 20 días. 

¿Dónde nos reunimos para trabajar?
Puede ser en el sitio de trabajo o vivienda del coachee. Puede ser en una cafetería también. Quizás sea más cómodo reunirse en un despacho "neutro", es decir, el/la coachee pedirá al coach que ofrezca un despacho. En ocasiones también se pueden hacer sesiones paseando o almorzando. Lo importante no es el lugar en sí, sino que el momento y lugar encajen con la agenda del coachee y que el sitio nos proporcione la comodidad necesaria para trabajar. 

¿Y qué le cuento al coach? 
La conversación con tu coach, no difiere mucho de alguna otra que hayas tenido con algún amigo/a o con una persona de confianza. Le empezarás contando qué es lo que quieres trabajar, mejorar, desarrollar, aprender....y el/la coach te ayudará a seguir haciéndote preguntas. Sin darte cuenta, empezarás a sentirte cómodo/a hablando de tus proyectos, de tus miedos, de tus necesidades. Entonces, sabrás que esa persona que tienes delante, es tu coach. 


11 de diciembre de 2013

La transformación interior

El arte como camino
Llevo varios días con ciertas sensaciones que no sé poner en palabras. Estoy leyendo un libro, muy interesante por cierto, sobre la Inteligencia Intuitiva de Malcolm Gladwell. Nos habla de cómo nuestra mente piensa sin que nosotros mismos nos demos cuenta, Nos habla de las señales que nuestro cuerpo percibe del entorno y que sirve como base para tomar decisiones y cuando le hacemos caso y cuando no a eso que llamamos “intuición”.

Me gusta porque el libro no es un defensor de la intuición frente a la razón, sino un defensor de ser capaz de saber qué factores son los relevantes para tomar decisiones y cuando la intuición (ese conocimiento que tenemos que no sabemos que tenemos) es nuestra herramienta más poderosa para tomar decisiones.

El caso es que para mi todo esto tiene relación con una conferencia a la que acudí ayer sobre el arte como camino de transformación o crecimiento personal.

Me gustaron muchísimo unas palabras que dijo Katharina Widmer (gracias Esther por descubrirme tantos caminos y formas) que explicaba que el arte es un camino para expresarte desde tus necesidades y no necesariamente desde la técnica (desde el saber hacerlo bien).

Potenciar la libre expresión del individuo, poder contar con un espacio protegido, un lugar de expresión seguro.

Muchas veces queremos resolver nuestras dudas, nuestras incertidumbres, nuestros traumas, nuestras penas, nuestro dolor desde la mente, desde la razón, desde la comprensión racional y en muchas ocasiones no somos capaces de hacerlo porque todo eso va más allá de la razón, de lo sabido, de lo conocido, de lo consciente.

Encontrar fórmulas que nos permitan expresar y emerger lo que de otra manera no lo hace y a partir de ahí transformarnos. Cada persona descubre, antes o después, cual es su vía para crecer, para encontrar lo esencial.

Mi aprendizaje de estas últimas semanas es que cuanto menos lo intento más consigo, cuanto menos fuerzo más avanzo, cuanto más fluyo más disfruto.


Feliz transformación y feliz camino!!

9 de diciembre de 2013

El Coaching también tranforma al Coach



"Todo lo que das, te lo das, lo que no das, te lo quitas" A. Jodorowsky


El coaching también transforma al Coach. Es algo que he aprendido y de lo que me siento muy contenta. En la medida en que participas y facilitas procesos de cambio, crecimiento y transformación (me gustan los matices de las tres palabras) de otras personas, se produce a nivel interno un enriquecimiento difícil de comparar con otros.

Las personas, cuando estás en conexión, con una escucha activa e incondicional, cuando respiras junto y con la otra persona, cuando decides no sólo entregar sino también recibir se produce un aprendizaje de doble dirección sencillamente brutal.

En los últimos meses he tenido la suerte, la infinita suerte de encontrarme con mujeres en procesos de crecimiento potentes, nada sencillos y ellas no se pueden imaginar todo lo que estoy aprendiendo de ellas, de su resiliencia, de su humor, de su constancia, de su generosidad, de su apertura, de su flexibilidad, de su alegría, de su dolor, de su vulnerabilidad, de sus capacidades...podría seguir y seguir hasta cansarme.

Solo me queda una cosa, decírselo a ellas en persona y dar las gracias a la vida por este regalo maravilloso

4 de diciembre de 2013

Querer y poder ¿Hacia dónde nos dirigimos?

"Quiero aprender a hacer....." "Quiero saber si podré...." ¿Desde dónde pronunciamos estas frases? 

Habitualmente lo hacemos desde la quietud, desde un parón en el camino en el que proyectamos nuestra mirada a un futuro más o menos próximo. 

Podríamos decir que es el primer paso para generar un cambio. Empezar a identificar nuestros deseos, nuestros objetivos. 

Tras esta identificación ¿Cuál es el paso siguiente para ti? ¿Qué sueles hacer? Seguramente habrá tantas respuestas como personas leáis esta entrada. Bien. De eso se trata, de ser únicos/as y auténticos/as. 

Si de verdad lo quiero, valoraré la mejor manera que tengo de validar si podré o no. Buscaré la forma de aprender, de visualizar, de probar, de hacer para comprobar qué habilidades poseo y cuáles me faltan para alcanzar ese punto que visualizo en mi horizonte. 

Si me pongo en marcha, empezaré a desarrollar y a incorporar las habilidades deseadas, generaré hábitos que me faciliten el camino hasta mi objetivo, pediré ayuda, me formaré. Suena fácil, lógico y democrático, cualquier persona puede hacerlo. Y entonces ¿Por qué no todo el mundo lo hace? ¿Qué nos/te bloquea?

Te propongo un ejercicio, saca un trozo de papel y un bolígrafo (o lápiz) y escribe todas aquellas "cosas" que no te permiten iniciar ese cambio del quiero al puedo. ¿Cuántas aparecen? ¿Son realmente muros insalvables? ¿Qué podrías hacer para quitarlos de tu lista? 

Revisa otros aprendizajes, cambios que hayas generado en el pasado y que te costaron trabajo y esfuerzo hasta llegar a ellos. ¿Identificas el momento en el que te decías "creo que puedo"? Sigue revisando....¿Identificas el momento en el que te decías "siento que puedo"? ¿En algún momento te has dicho "sé que puedo"? ¿A dónde te lleva cada una de estas tres frases? 

Ahora, decide qué quieres decirte a partir de ahora cuando observes tu nuevo objetivo. 

2 de diciembre de 2013

Coaching y el cuerpo

Creemos, pensamos, sabemos, dudamos, hacemos....utilizamos muchos verbos a lo largo del día que tienen mucho que ver con el mundo del pensar, de la cabeza, de lo racional. Nos olvidemos o no de sentir, de percibir, de movernos o vibrar, también forman parte de nuestro día a día y tienen que ver con todo el cuerpo, incluida la cabeza. 

"El cuerpo habla lo que la boca calla" dicen por ahí y así depositamos en nuestra espalda o cuello las preocupaciones del mañana, en nuestro estómago los miedos y enfados de hoy y en nuestra postura los hábitos de ayer. 

Olvidarnos de nuestro cuerpo, de lo que nos dice y de lo que le decimos puede ponernos en una situación de dolores continuos, enfermedades crónicas y sobre todo de una desconexión con nosotras/os mismas/os. 

En coaching decimos que el/la coach baila con el/la coachee (cliente) cuando encuentran esa conexión mental, emocional, física. Se trabaja principalmente desde lo que el/la cliente siente y sentimos con el cuerpo. Así, conectar lo que la persona siente con sus anhelos, la encamina a la acción, espacio en el que cuerpo y mente confluyen y se armoniza la persona en todo su ser. 

Os enlazo un precioso vídeo que nos recuerda que, más allá de la técnica de estos profesionales, todas las personas tenemos un cuerpo que nos habla constantemente.