17 de noviembre de 2014

Competencias emocionales 1 o en qué comportamientos se traduce la teoría de la I.E.

Desde hace algunos años hablamos de Inteligencia Emocional con mucha naturalidad. Debatimos sobre su importancia para incorpora su educación en las escuelas. Observamos la necesidad de darle un espacio en las Organizaciones. Escribimos, debatimos, hablamos y hacemos referencia a algunos aspectos fundamentales de las teorías y estudios que hablan de ella. 

¿En qué se traduce la inteligencia emocional en nuestros actos? ¿Cómo nos influye de verdad? ¿Es de verdad tan importante su desarrollo en el ámbito educativo y laboral? 

Vamos a intentar responder a estas preguntas. 

La inteligencia en términos generales, nos habla de de capacidad, conocimiento o habilidad para. Desde hace muchos años damos por hecho que todas las personas poseemos esta capacidad o habilidad para pensar o resolver problemas, puesto que cada persona posee una inteligencia, esa posibilidad de usarla con un fin, de expresarla. 

Por otro lado, también sabemos y llevamos estudiándolo quizás más tiempo, que el ser humano es una de las especies que se desarrollan mejor (por no decir casi exclusivamente) en un entorno social, es decir poseemos esa inteligencia social mediante la que aprendemos por imitación o influencia de otras personas: viendo ejemplos en nuestra familia, en la escuela, imitando a nuestros semejantes, etc. 

Así que tenemos que la inteligencia se desarrolla en mayor medida cuando vivimos en un entorno social. ¿Y qué pasa con la inteligencia emocional? 

Entiendo que se estudie y se escriba sobre ella como de una parcela separada, por temas didácticos, porque se ha introducido en nuestras mentes y corazones muy recientemente este concepto. Sin embargo, la inteligencia emocional forma parte de las funciones básicas de nuestro cerebro, se integra con otras tantas funciones y ella no entiende de separaciones o  distinciones. 

Es la capacidad que nos permite entender la información emocional, la que viene de mí y la que veo en otras personas. Es la que me permite de verdad aprender de mis actuaciones y de las de otras personas, la que me permite recibir feedback y emplearlo como fuente de aprendizaje. También es la que me permite adaptarme, enfocarme al logro, tener una meta que me motive y que me impulse a la acción o influir en otras personas para que encuentren su propia meta y encaucen sus acciones hacia ella. 

Gracias a la inteligencia emocional poseemos la capacidad de empatizar y crear vínculos con otras personas, trabajamos para dar servicio a otras personas y deseando su crecimiento y desarrollo. A través de las habilidades de la inteligencia emocional influimos, inspiramos, colaboramos o resolvemos los conflictos. 

Todo esto, lo llevamos a cabo de manera natural y en muchos ámbitos: en nuestro trabajo, en nuestra familia, en nuestras relaciones sociales. De esta manera la inteligencia emocional forma parte de nuestra vida, de nuestro día a día y además es una capacidad que puede desarrollarse, que podemos incrementar, facilitándonos generar sensación de bienestar y logro en nosotros y nosotras mismas y en nuestro entorno. 

¿Sigues pensando que es un bonito concepto y sin embargo lejano a tu quehacer profesional y personal? ¿Crees que podría apoyarte de alguna manera trabajar y desarrollar algunas de estas habilidades y competencias? ¿Por dónde empezar? 

Aunque puedas pensar que usamos demasiadas referencias en las que vinculamos este aprendizaje o desarrollo con el coaching, es una de las herramientas más potentes de autoconocimiento y éste es fundamental para el desarrollo y fortalecimiento de nuestras habilidades emocionales. ¿Te apetece probar una sesión de coaching? Ya sabes que desde Kaiden te ofrecemos la primera gratis y sin compromiso....sin no te gusta, no tienes que seguir, aunque estamos casi seguras de que si pruebas, te va a gustar. Más información: info@kaiden.es  


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