Leyendo a Robert M. Sapolsky y su concepto de Alostasis, me surgieron algunas reflexiones interesantes que pensé podían inspirar una entrada para este blog.
Así que hice lo que muchas personas harían, creo yo. Busqué el término en nuestro diccionario (y no apareció), seguí con wikipedia (y en castellano no está, si en inglés) y seguí con google, dónde aparecieron algunas referencias a su definición.
Volviendo entonces a la fuente que originó esta situación, sorprendente para mi, encuentro nuevamente una reflexión que empieza por una pregunta: ¿no disponer de una definición oficial en nuestro idioma, tiene que ver de alguna manera con una forma de "pensar" o filosofía?
Si buscas homeostasis, la encuentras. La encuentras en el diccionario de la RAE, en wikipedia y en muchas páginas más. ¿Y esto qué tiene que ver?
Tiene que ver con el origen de mis reflexiones que intentaré transmitirte, o al menos plantearte mis dudas y cuestiones críticas sobre este tema.
1. La palabra alostasis llega al ámbito de la investigación fisiológica sobre el estrés como una evolución de la homeostasis.
2. La alostasis plantea la necesidad de tener en cuenta las diferentes situaciones para definir qué es lo óptimo o esperable sin establecer un único valor de medida absolutista (o absoluto si lo prefieres suavizar un poco).
3. Desde la alostasis, no existe una única solución o vía para llegar a un equilibrio, sino que se asume que el resultado deseado o necesario se puede alcanzar de muchas maneras distintas.
En el contexto de "¿Por qué las cebras no tienen úlceras? La guía del estrés" del citado autor, estos conceptos hacen referencia a las hormonas, las células y en resumen a nuestro organismo. ¿Y si trasladamos el término a la psicología? ¿No estaríamos igualmente de acuerdo?
El término nos habla de la "invariabilidad a través del cambio", es decir de esa capacidad para permanecer a la vez que transitamos los cambios (¿a nuestro favor o en nuestra contra?). Asimismo, nos habla de la capacidad de anticiparnos, es decir, de "corregir" antes de que el evento llegue y genere un cambio que puede prevenirse ¿Es que no hacemos ambas cosas de manera constante?
Por otro lado, aparece el término sobrecarga alostática, que hace referencia al elevado coste que tiene para el organismo (y para la persona) mantenerse (o al menos pretenderlo) en una "zona de confort" o en la acomodación (incluso ante la adversidad más extrema) y el consiguiente desgaste que sufre el organismo (y la persona) al intentar mantenerse sin cambios ante demandas constantes.
Vamos, lo que vemos cada día en las oficinas, en las familias, en las consultas...¿No te apetece ahora mismo grabar el término alostasis en tu memoria y empezarlo a utilizar?
Ese fue mi impulso al leer sobre él y apenas estoy empezando el libro citado anteriormente. No soy mucho de hacer recomendaciones, aunque en esta ocasión me doy el permiso de recomendarte que conozcas al autor y en concreto este libro ("¿Por qué las cebras no tienen úlceras? La guía del estrés") y aprovecho a agradecer a mi sobrino Gabriel Aldrett por recordármelo.
Y ahora te pregunto ¿a ti también te sorprende que este término no esté recogido "aún" en nuestro diccionario? Porque si existe en el diccionario de la RAE un término como flaubertiano, que puede llegar a ser muy útil, no digo que no, ¿qué le falta a la alostasis para demostrar su existencia?
29 de abril de 2015
27 de abril de 2015
Creando comunidad a través del saber de la experiencia
Ha sido revelador usar Google para buscar una frase en la que incluí la palabra "comunidad"...los resultados hacían referencia a comunidades en la red (páginas, aplicaciones, etc.) o bien a comunidades autónomas. Y si, son dos acepciones de la palabra que, en mi época de estudiante en la universidad, nos resultaba tan relevante.
Comunidad hace referencia también a una cualidad no privativa de nadie o perteneciente a varias personas, así como lo común a las personas que comparten un barrio, un pueblo, una ciudad....común a lo social, a ese espacio en el que las personas nos encontramos para ser algo más que "yo misma", que "yo mismo".
Y es así, con este último significado, como traigo a esta entrada la palabra comunidad.
Tengo el privilegio de estar asistiendo a un curso, del que ya hablaré más adelante, en el que viví una experiencia comunitaria muy intensa el viernes pasado. Nos reunimos ocho profesionales del coaching y la terapia con las dos formadoras, coaches y grandes inspiradoras. Y allí sentadas, compartiendo saberes, experiencias e ideas y propuestas, me di cuenta del poder de la suma, siempre que se hace desde la generosidad auténtica, con humildad y entrega.
En cada sesión siento bullir el conocimiento desde lo experiencial, desde el hacer, desde el compartir visiones y vivencias con absoluto respeto. Y así, sesión a sesión, viernes a viernes, creamos una comunidad que sé que me llevará a un lugar diferente y lleno de poder para poder compartirlo con las personas a las que acompaño en sus procesos de coaching.
Y esto, no solo me lleva a pensar en esa proyección a futuro y en esta experiencia del presente. Siento que el poder del coaching radica en parte en esto mismo, en un proceso similar que vives con tu cliente, con tu coachee: entregas tu saber en forma de preguntas que le permitan desvelar el suyo propio de la manera en que la persona lo necesita en este preciso momento. Y esto, solo se puede hacer con generosidad, respeto y humildad, desde la entrega que tan bien se genera en un proceso de coaching.
¿Qué opinas tú? ¿Cuál es tu experiencia como coach o como coachee? ¿Has sentido esto mismo? ¿Creamos comunidad a través del coaching?
Comunidad hace referencia también a una cualidad no privativa de nadie o perteneciente a varias personas, así como lo común a las personas que comparten un barrio, un pueblo, una ciudad....común a lo social, a ese espacio en el que las personas nos encontramos para ser algo más que "yo misma", que "yo mismo".
Y es así, con este último significado, como traigo a esta entrada la palabra comunidad.
Tengo el privilegio de estar asistiendo a un curso, del que ya hablaré más adelante, en el que viví una experiencia comunitaria muy intensa el viernes pasado. Nos reunimos ocho profesionales del coaching y la terapia con las dos formadoras, coaches y grandes inspiradoras. Y allí sentadas, compartiendo saberes, experiencias e ideas y propuestas, me di cuenta del poder de la suma, siempre que se hace desde la generosidad auténtica, con humildad y entrega.
En cada sesión siento bullir el conocimiento desde lo experiencial, desde el hacer, desde el compartir visiones y vivencias con absoluto respeto. Y así, sesión a sesión, viernes a viernes, creamos una comunidad que sé que me llevará a un lugar diferente y lleno de poder para poder compartirlo con las personas a las que acompaño en sus procesos de coaching.
Y esto, no solo me lleva a pensar en esa proyección a futuro y en esta experiencia del presente. Siento que el poder del coaching radica en parte en esto mismo, en un proceso similar que vives con tu cliente, con tu coachee: entregas tu saber en forma de preguntas que le permitan desvelar el suyo propio de la manera en que la persona lo necesita en este preciso momento. Y esto, solo se puede hacer con generosidad, respeto y humildad, desde la entrega que tan bien se genera en un proceso de coaching.
¿Qué opinas tú? ¿Cuál es tu experiencia como coach o como coachee? ¿Has sentido esto mismo? ¿Creamos comunidad a través del coaching?
22 de abril de 2015
Eres el guionista de tu vida o lo serán tus automáticos
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Eres el guionista de tu vida |
No sé si las personas que leéis esta entrada recordáis una
colección de libros que se llamaba “Elije tu propia aventura” donde a medida
que leías tenías que tomar decisiones y en función de la opción que tomaras el
libro y el destino derivaba en una cosa u otra. Pues eso hacemos con nuestra
vida.
Aunque no seamos muy conscientes, a lo largo de los años
estamos creando el guión de nuestra vida, de nuestra historia.
Estamos constantemente tomando decisiones, decidimos quienes
son nuestras parejas, nuestras amistades, si compartimos más o menos tiempo con
nuestra familia, decidimos qué alimentos comemos, qué deporte practicamos, qué
actitud tomamos en nuestros trabajos, qué rumbo, en definitiva, toma nuestra
vida.
Y eso, realmente, nos empodera mucho. Lástima que no seamos
conscientes de ese poder que realmente tenemos y mucho de nuestro tiempo
funcionemos en automático, sin percatarnos que podemos decidir nuestro guión.
Por eso, hoy, me gustaría proponerte revisar tu guión:
- ¿Puedes revisar qué estás haciendo habitualmente que realmente es incoherente con lo que realmente quieres en tu vida?
- ¿Qué podrías hacer esta semana diferente a lo que vienes haciendo últimamente?
- ¿Qué cambios (hábitos, relaciones, entorno) podría influir significativamente en tu guión de vida?
19 de abril de 2015
Reinventarse
Hay días que echo la vista atrás
y me pregunto ¿Desde cuando he cambiado tanto? Por ejemplo, ¿Desde cuando
necesito estar permanentemente conectada al móvil y a Internet? Son cambios que
se han producido en mi vida casi sin darme cuenta, casi sin buscarlos, casi sin
saber muy bien si los deseo.
Y tengo la sensación que muchos
de los cambios que vivimos, que experimentamos tienen esta dimensión o
característica. Llegaron, no se cuestionaron del todo y se han quedado o instalado en nuestras
vidas.
Muchos de esos “pequeños” y
sutiles cambios, que no fueron elegidos y tampoco desechados conscientemente, poco a poco
cambian nuestra realidad, nuestra forma de relacionarnos, nuestra forma de
informarnos, de comunicarnos, de trabajar, nuestra forma de ocio, de amar, de
viajar… Esos pequeños cambios lo van cambiando todo y cuando te quieres dar
cuenta, o los integras y te reinventas con ellos o no estás en este mundo.
Algo así les pasa a muchas
organizaciones, autónomos y equipos de trabajo. Como las cosas les iban bien no vieron necesario incorporar nuevos conceptos, ideas, formas de hacer que han venido para
quedarse.
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Puede no apetecerme seguir
formándome pero pensar que eso no va a influir en mis posibilidades de
encontrar un empleo o de mejorarlo o de mantenerlo es iluso. Es importante tomar
decisiones sin negar la realidad y asumiendo el posible coste que puedan tener.
Reinventarse ya no es una moda,
es un concepto que ha venido para quedarse. Resulta imprescindible aceptar el
cambio profesional y personal como algo permanente. Depende de cada uno de
nosotros/as decidir si en esa reinvención tomamos un papel activo o no.
Los proceso de coaching pueden
ayudar en esos momentos de dudas o incertidumbre, en esos momentos de no saber
hacia donde dirigirnos. ¿Quieres probar? La primera sesión es gratuita. ¿Qué
puedes perder? ¿Qué puedes ganar?
15 de abril de 2015
Déjame que siga soñando o apegándonos....
Has tenido éxito en la presentación de un servicio a un potencial cliente que ha expresado, verbal y no verbalmente, su gran interés.
Has creado un producto con un gran potencial, con mucha originalidad y del que te sientes absolutamente satisfecho/a.
Compusiste un tema redondo, sientes que va a conquistar a toda persona que lo escuche.
Escribiste un artículo que recibe muchos y buenos comentarios, lecturas, reposts, retwits, etc.
Te acercaste por fin a esa persona que hace que tus ojos brillen como nunca y estuvisteis hablando y generando complicidad....intercambiasteis teléfonos y vais a volver a quedar.
Te vas a dormir y...no quieres salir de cualquiera de estos sueños. Quieres que cada noche se repitan, que se alarguen y seguir sintiendo la satisfacción, plenitud, alegría, amor....aquellas emociones que te trasportaron a este sueño del que no quieres apartarte.
Así es como surge también el apego. El problema de quedarte en la cama soñando es que venga lo que vena, una segunda parte, segunda obra, segunda conversación...quizás deje de llegar al quedarte soñando, recreándote y regodeándote en tu éxito pasado.
El apego tiene que ver con lo experimentado y vivido en el pasado, con querer prolongarlo y con el miedo al futuro, a dejar de vivir, de experimentar, de tener determinadas experiencias. El problema que suele acarrear el apego es que nos olvidamos del presente. Vivimos en proyecciones futuras alimentándolas de éxitos del pasado y....el hoy, el momento presente ¿dónde queda?
¿Y si lo que vives mañana no resulta tan agradable como tu sueño? ¿Y si lo que vives pasado mañana resulta más agradable que tu sueño de ayer? ¿Y si....? Sea como sea tu futuro y el futuro de tu futuro, ¿qué ganas controlándolo, evitándolo o postergándolo? Llegará de igual manera, la diferencia está en cómo quieres vivir, con qué grado de consciencia quieres vivir tu presente, tu momento a momento.
El apego en este contexto me recuerda un poco a la fábula del granjero que suelen llamar "mala suerte, buena suerte, quién sabe", se sucederán situaciones, algunas que dependan en mayor medida de tus acciones, otras menos, serán ¿buenas? ¿malas? ¿Quién lo juzga como bueno o malo y para qué?
Te dejo una sugerencia: tomate un momento para disfrutar de tu éxito, de tu logro, de la sensación; guárdala si quieres en el almacén de lo vivido y sigue adelante. Los sueños, sueños son decía Calderón de la Barca y la vida es lo que haces ahora, en este preciso momento.
Has creado un producto con un gran potencial, con mucha originalidad y del que te sientes absolutamente satisfecho/a.
Compusiste un tema redondo, sientes que va a conquistar a toda persona que lo escuche.
Escribiste un artículo que recibe muchos y buenos comentarios, lecturas, reposts, retwits, etc.
Te acercaste por fin a esa persona que hace que tus ojos brillen como nunca y estuvisteis hablando y generando complicidad....intercambiasteis teléfonos y vais a volver a quedar.
Te vas a dormir y...no quieres salir de cualquiera de estos sueños. Quieres que cada noche se repitan, que se alarguen y seguir sintiendo la satisfacción, plenitud, alegría, amor....aquellas emociones que te trasportaron a este sueño del que no quieres apartarte.
Así es como surge también el apego. El problema de quedarte en la cama soñando es que venga lo que vena, una segunda parte, segunda obra, segunda conversación...quizás deje de llegar al quedarte soñando, recreándote y regodeándote en tu éxito pasado.
El apego tiene que ver con lo experimentado y vivido en el pasado, con querer prolongarlo y con el miedo al futuro, a dejar de vivir, de experimentar, de tener determinadas experiencias. El problema que suele acarrear el apego es que nos olvidamos del presente. Vivimos en proyecciones futuras alimentándolas de éxitos del pasado y....el hoy, el momento presente ¿dónde queda?
¿Y si lo que vives mañana no resulta tan agradable como tu sueño? ¿Y si lo que vives pasado mañana resulta más agradable que tu sueño de ayer? ¿Y si....? Sea como sea tu futuro y el futuro de tu futuro, ¿qué ganas controlándolo, evitándolo o postergándolo? Llegará de igual manera, la diferencia está en cómo quieres vivir, con qué grado de consciencia quieres vivir tu presente, tu momento a momento.
El apego en este contexto me recuerda un poco a la fábula del granjero que suelen llamar "mala suerte, buena suerte, quién sabe", se sucederán situaciones, algunas que dependan en mayor medida de tus acciones, otras menos, serán ¿buenas? ¿malas? ¿Quién lo juzga como bueno o malo y para qué?
Te dejo una sugerencia: tomate un momento para disfrutar de tu éxito, de tu logro, de la sensación; guárdala si quieres en el almacén de lo vivido y sigue adelante. Los sueños, sueños son decía Calderón de la Barca y la vida es lo que haces ahora, en este preciso momento.
12 de abril de 2015
La mejora como proceso versus el estrés del resultado
A lo largo de nuestra vida se esperan determinados resultados, comportamientos, decisiones o respuestas de nuestra parte.
Se esperan unas notas determinadas en nuestra etapa escolar, la elección adecuada de una profesión, obtener un "buen" trabajo con un "buen salario", mantener ese "buen" trabajo, etc.
En el ámbito personal también se esperarán algunas cosas de nosotros/as, pueden tener que ver con la paternidad y maternidad, con la adquisición de bienes, con un determinado tipo de relaciones, ocio, etc.
En el fondo, se esperan "resultados" por nuestra parte. Resultados visibles, exhibibles, mostrables y demostrables.
Lo que suele pasar no en una ni en dos sino en muchas ocasiones, es que los resultados, dependan en mayor o menor medida de nuestras actuaciones, no son los esperados: se me cruzó una asignatura que suspendí o incluso repetí; perdí el trabajo soñado o nunca logré obtenerlo; la casa que adquirí se la quedó el banco;...y así vamos sumando, frustración, rabia, resentimiento, envidia, malestar, estrés y enfermedad.
¿Qué habría pasado si en lugar de esperar resultados nos hubiesen impulsado a vivir el proceso a través del cual obtengo unas u otras metas? Se hubiese esperado de mi, en mi etapa escolar, que disfrutase del proceso de aprender, que obtuviese herramientas que facilitasen posteriores aprendizajes y así mi desarrollo. Se comprenderían mis cambios de puestos de trabajo, mis dudas y cambios profesionales, como parte del proceso para descubrir qué profesional quiero ser, con qué fluyo como profesional. Se entendería que la adquisición de bienes no me define, con lo cual tenerlos o no, perderlos o adquirirlos, no define mis éxitos o mi excelencia como persona.
Si nos enfocásemos en la excelencia como un proceso, como un hábito, como el aprendizaje "en la vida" más que en los resultados, la frustración, rabia, resentimiento, estrés, etc., serían verdaderamente efímeras, pasajeras y no se instalarían en nuestros corazones y cabezas.
En coaching a esto se le llama distinción, es decir, se trabaja con el cliente (coachee) para que elija él o ella cómo quiere ver el mundo, desde qué posición quiere empezar a confrontar la realidad, lo que sucede, lo que "le toca" vivir.
¿Te gustaría conquistar la libertad para elegir cómo ver el mundo, tu vida y las circunstancias? ¿Crees que te aportaría paz y tranquilidad? ¿Tu horizonte cambiaría? Quizás probando una sesión entiendas desde lo experiencial de qué te estoy hablando. ¿Te apetece probar? Ya sabes que Kaiden te ofrece una sesión gratuita y sin compromiso, así nos conoces y sabes algo más de como funciona el coaching... info@kaiden.es
Se esperan unas notas determinadas en nuestra etapa escolar, la elección adecuada de una profesión, obtener un "buen" trabajo con un "buen salario", mantener ese "buen" trabajo, etc.
En el ámbito personal también se esperarán algunas cosas de nosotros/as, pueden tener que ver con la paternidad y maternidad, con la adquisición de bienes, con un determinado tipo de relaciones, ocio, etc.
En el fondo, se esperan "resultados" por nuestra parte. Resultados visibles, exhibibles, mostrables y demostrables.
Lo que suele pasar no en una ni en dos sino en muchas ocasiones, es que los resultados, dependan en mayor o menor medida de nuestras actuaciones, no son los esperados: se me cruzó una asignatura que suspendí o incluso repetí; perdí el trabajo soñado o nunca logré obtenerlo; la casa que adquirí se la quedó el banco;...y así vamos sumando, frustración, rabia, resentimiento, envidia, malestar, estrés y enfermedad.
¿Qué habría pasado si en lugar de esperar resultados nos hubiesen impulsado a vivir el proceso a través del cual obtengo unas u otras metas? Se hubiese esperado de mi, en mi etapa escolar, que disfrutase del proceso de aprender, que obtuviese herramientas que facilitasen posteriores aprendizajes y así mi desarrollo. Se comprenderían mis cambios de puestos de trabajo, mis dudas y cambios profesionales, como parte del proceso para descubrir qué profesional quiero ser, con qué fluyo como profesional. Se entendería que la adquisición de bienes no me define, con lo cual tenerlos o no, perderlos o adquirirlos, no define mis éxitos o mi excelencia como persona.
Si nos enfocásemos en la excelencia como un proceso, como un hábito, como el aprendizaje "en la vida" más que en los resultados, la frustración, rabia, resentimiento, estrés, etc., serían verdaderamente efímeras, pasajeras y no se instalarían en nuestros corazones y cabezas.
En coaching a esto se le llama distinción, es decir, se trabaja con el cliente (coachee) para que elija él o ella cómo quiere ver el mundo, desde qué posición quiere empezar a confrontar la realidad, lo que sucede, lo que "le toca" vivir.
¿Te gustaría conquistar la libertad para elegir cómo ver el mundo, tu vida y las circunstancias? ¿Crees que te aportaría paz y tranquilidad? ¿Tu horizonte cambiaría? Quizás probando una sesión entiendas desde lo experiencial de qué te estoy hablando. ¿Te apetece probar? Ya sabes que Kaiden te ofrece una sesión gratuita y sin compromiso, así nos conoces y sabes algo más de como funciona el coaching... info@kaiden.es
8 de abril de 2015
El desarrollo de los equipos o el dinero no lo es todo
Todas las personas formamos parte
de algún equipo. Equipos más formales (equipos de trabajo), otros más
informales (con los amigos, en la familia, practicando algún deporte, etc)
Y de manera casi natural hemos
comprendido que cada pieza del equipo juega un rol, desempeña un papel
fundamental para que el engranaje del conjunto.
Además, también de manera casi
natural, nos damos cuenta cuando al equipo le falta algo, cuando es necesario
introducir algún cambio, cuando es importante dar un paso en otra dirección.
Si nos centramos en los equipos
más formales, los equipos de trabajo, esa necesidad de cambio se observa cuando
las personas comienzan a cansarse de sus tareas, cuando no hay visión de hacia
donde se va, cuando algún elemento del equipo no está al mismo ritmo que el
resto, cuando se han cumplido objetivos y no se han planteado la revisión de
nuevos retos, cuando la queja se ha instalado para quedarse, etc.
Los cambios son necesarios, inevitables
y es importante utilizarlos para avanzar, para crecer como personas, como
equipo y como organización.
Todavía me sorprende que muchas
empresas no dediquen tiempo y dinero a sus personas y equipos más allá del sueldo.
Si tomáramos conciencia que gran
parte de la motivación humana no tiene nada que ver con el dinero, si nos
diéramos cuenta que muchas personas serían mucho más productivas si el ambiente
laboral fuera diferente, si hubiera espacio para la creatividad, para la
innovación, para la aportación de ideas y sugerencias, si el personal se sintiera
que es una pieza clave de la empresa (de verdad), si las personas de un equipo
pudieran conocerse más allá de lo estrictamente profesional, si se generaran
nuevas formas de comunicarse y entender el liderazgo, si entendiéramos la
evaluación como una oportunidad para crecer y mejorar y no como un castigo. Si
comprendiéramos que el potencial de las personas es increíble y que podría estar
al servicio del equipo…
Todavía hay mucho que hacer y
descubrir en el campo del desarrollo de las personas en las organizaciones.
Para reflexión individual:
¿Qué crees que necesitaría el
equipo en el que tú estás? ¿Qué sería bueno que incorporara como nuevo hábito? ¿Qué
sería bueno que dejara atrás? ¿En qué equipos de trabajo has podido desarrollar
mejor todo tu potencial? ¿Qué características tenían esos equipos? ¿Puedes
reproducir algo en el equipo actual?
6 de abril de 2015
La mejor forma de predecir el futuro es inventándolo
Esta frase de Alan Kay me gusta mucho y la tengo
enmarcada en mi zona de trabajo porque representa muchas de las cosas en las
que creo.
Considero que es una creencia o
idea lo suficientemente potente para aplicar a las personas y a las
organizaciones. A áreas de nuestras vidas o a departamentos de nuestras
empresas.
He leído estos días muchas
noticias relacionadas con la creación de nuestros propios puestos de trabajo.
En la medida en que escasea el empleo o el que encontramos no se ajusta a
nuestras verdaderas capacidades, es importante tener la capacidad de inventar
nuestro futuro.
Poníamos hace unos días en nuestro perfil de Facebook un enlace a la noticia “Si no existe un trabajo para mi, locreo” donde ponían en el foco en la proactividad.
El término proactividad no
aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua y se podría asimilar a
ideas como: tomar la iniciativa, asumir las riendas o el control de nuestras
vidas, asumir nuestra responsabilidad de nuestros actos y de la actitud que
tomamos frente a lo que nos sucede.
Se trata de una actitud que, como
casi todo en la vida, se puede incorporar, mejorar, practicar, probar. No
nacemos proactivos, sino que aprendemos a serlo en función de lo que va
sucediendo en nuestro entorno. Si nuestro entorno es proactivo y se premia el
hecho de serlo (con independencia del resultado) lo tendremos más incorporado.
Si no ha sido así hasta la fecha, si nuestro entorno ha sido más reactivo
(respondo a lo que me sucede) que proactivo (provoco las situaciones) nos
costará más el cambio pero…¿Quién dijo que fuera fácil? No digo que sea fácil,
solo digo que merece muy mucho la pena.
Las personas hacemos, de manera más
consciente o menos, una comparación constante entre lo que esperamos y lo que
tenemos o somos. Nos gusta crecer, evolucionar, aprender, desarrollarnos. Es importante
que no esperemos a que sean otros los que nos propongan los retos, nos
propongan los proyectos nuevos, seamos nosotros/as quienes tomemos las riendas
de nuestras vidas!!!
Una herramienta muy potente para
hacerlo es el coaching, entendido como un proceso personal o de equipos,
orientado a apoyar procesos de cambio y desarrollo. Nadie te dirá qué hacer o
hacía donde dirigirte, aunque te propondrá reflexiones, ejercicios, lecturas,
enfoques que te ayudarán a hacerlo por ti mismo/a.
¿Quieres inventar tu futuro? ¿Te
apetece probar cómo el coaching puede ayudarte?
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