
Cuando empezamos a generalizar aprendizajes, encontramos en ellos una buena manera de ahorrar en patrones de respuesta a todos los niveles, mentales, comportamentales e incluso emocionales.
Los hábitos pueden ser nuestros aliados, ahorrándonos mucho tiempo, esfuerzo y además, cuando generamos un hábito nuevo, nos ayuda en nuestro proceso de cambio.
El conflicto surge cuando ante un cambio, deseado o no, aparece un hábito, viejo compañero nuestro y resulta que no es compatible con la nueva situación. ¿Qué hago entonces?
Generar cambios, supone muchas veces despedirnos de viejos hábitos y algunas veces nos cuesta decirles adiós.
La buena noticia, es que una vez avancemos en ese cambio, podremos generar nuevos hábitos que nos ayuden a afianzarlo y a vivir desde la nueva posición. Podemos elegir cómo queremos que sea este nuevo hábito, podemos cambiar nuestros patrones de comportamiento habituales y también podemos romper con ciertas tendencias mentales y emocionales que quizás hasta ahora nos lastraban sin llegar a ser del todo conscientes.
Podemos dejar de verlo como una zancadilla que no nos deja avanzar y sustituirlo por uno nuevo que vuelva a ser un aliado.
Todas las personas hemos generado cambios, nos hemos despedido de viejos hábitos y hemos generado unos nuevos. Hemos revisado cómo hemos actuado ante determinadas situaciones y seguramente en muchas ocasiones hemos elegido hacerlo de otra manera, es decir, revisar ciertos hábitos y cambiarlos.
De hecho lo hacemos, más o menos conscientemente todos los días: elegir una nueva ruta, cambiar la manera de llegar a un punto, probar un nuevo tipo de comida, decir lo que sentimos o pensamos a personas a quienes no solíamos decir estas cosas,.....¿Cuantos hábitos quieres cambiar este año que acaba de empezar? ¿Cómo quieres que sean tus nuevos hábitos? ¿Qué vas a hacer para conseguirlo?
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