Creo que tiene gran
parte de verdad esta afirmación. Hacer planes forma parte de nuestra necesidad
de tomar las riendas de nuestra existencia, de asumir cierto control de lo que nos
sucede.
Hacer planes tiene
que ver con nuestros deseos, con nuestros sueños, con lo que queremos lograr y
cómo queremos hacerlo.
Aunque tengo ciertas
contradicciones acerca de lo que supone hacer planes es importante conocer
algunas claves que nos pueden ayudar a que estos propósitos sean más realistas
y por tanto, posibles y factibles.
Cuando en un proceso
de coaching el/la cliente se plantea un cambio, éste se materializa a través de
objetivos concretos (qué es lo que quiere lograr, cómo se quiere ver/sentir
dentro de un plazo determinado) y éste sólo se hará posible si el/la cliente se
compromete de verdad con el mismo.
Para que ese
compromiso sea motivador, retador y al mismo tiempo movilizador es importante
sentir que es realista. Algunas preguntas que puede el/la coach plantear que
pueden ayudar a clarificar son:
-
¿Cuáles son las posibilidades reales de éxito?
-
¿Cuáles son los medios o recursos de los que dispongo?
-
¿Qué pasos o etapas debo seguir?
-
¿Cuánto tiempo le voy a dedicar?
-
¿Cómo podré evaluar si voy por buen camino?
-
¿Es compatible con otras prioridades que tengo?
-
Etc
Plantearse,
imaginarse el plan nos ayuda a conocernos mejor y conocer más profundamente
nuestro propio objetivo. En la medida en que me pongo en situación me adelanto
a las posibles dificultades y puedo prepararme para ellas.
Un proceso de
coaching puede ayudarte a establecer mejor planes y que éstos te resulten más
accesibles. ¿Quieres probar? Escríbenos y vive una primera sesión gratuita. ¿Qué
puedes perder?
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