Hoy he tenido la oportunidad de comprobar que hay muchas personas que me apoyan, en muchos más momentos de los que me doy cuenta a simple vista.
En muchas ocasiones no apreciamos, no valoramos que gran parte de nuestro valor, de nuestro éxito, de nuestros logros se deben a lo que recibimos de los demás.
Me regalaron estas navidades un libro llamado “Cuentos con alma” (gracias) y rescato de ahí este cuento que me viene que ni pintado.
La rosa y el sapo
Había una vez una rosa roja muy bella; se sentía de maravilla por saber que era la rosa más bella del jardín.
Un día comprendió que la gente la miraba sólo de lejos y no se acercaba a ella.
Se dio cuenta que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro, y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca.
Indignada ante lo descubierto, le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo, muy obediente, dijo:
- Está bien, si así lo quieres.
Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al verla totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos.
Le dijo entonces:
- ¿Qué te pasó?
La rosa contestó:
- Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual.
El sapo sólo contestó:
- Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.
Autor desconocido.
¿Valoramos lo que recibimos de las personas que nos rodean?
¿Somos conscientes de todo el valor que nos aportan?
¿Nos damos cuenta que sin esas personas nosotr@s no seríamos quienes somos?
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