Queremos más tiempo, queremos estirar los minutos y aunque sabemos que eso no tiene ningún sentido o lógica, seguimos sin caer en la cuenta que quizá, en lugar de estirar el tiempo, estaría bien contraer el nivel de actividad. Esa podría ser una opción.
Cuando se lo planteas a alguien que se está quejando de su falta de tiempo te responde "no puedo" "no me puedo permitir hacer menos" "es una exigencia de la empresa" o "no quiero dedicarme solo a trabajar, también quiero hacer deporte o (....)". Así pues, sabemos que no podemos estirar el tiempo, y también queremos mantener el nivel de actividad. ¿Entonces? ¿Cuál es la solución? ¿Priorizar?
Cuando, en el siguiente escalón, aparece la reflexión de la priorización, lo que suele responder la gente es: "en realidad, todo es importante" y entonces sabes que ha llegado el momento de cortar de raíz esa mentira que está haciendo tanto daño.
¿Todo es importante? ¿Cómo defines tú el concepto de importancia? ¿Qué es, para ti, importante?
Cuando en un taller o en un proceso de coaching trabajamos sobre la gestión del tiempo, lo primero que nos gusta hacer es definir los "roles" que cada persona desempeñamos y desde los que hacemos las diferentes actividades, así pues, yo puedo tener el rol profesional de coach, el rol profesional de formadora, el rol personal con mi familia o con mis amistades o el rol que se nos ocurra que para nosotros/as sea relevante.

Si quieres priorizar, define o concreta lo que para ti es importante y ponlo lo primero. Es simple, sencillo, es un excelente hábito no sólo posible, sino absolutamente necesario para el equilibrio personal y profesional.
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