A veces me cuesta encontrar las
palabras exactas para explicar ideas que brotan de dentro, casi diría del
estómago o del corazón, más que de la cabeza y ésta es una de ellas.
Me cuesta poner en palabras la
idea, para mi fundamental, de distinguir lo que somos de lo que hacemos o del
resultado de lo que hacemos.
Supongo que son muchos años
pasando por evaluaciones escolares primero y laborales después donde el foco se
pone exclusivamente en el resultado. Todavía recuerdo las discusiones que tenía
con las profes de matemáticas y de física cuando intentábamos que nos valoraran
en los exámenes más allá del resultado del problema formulado. ¿Por qué no se
tenía en consideración el planteamiento del problema, la línea de argumentación
o pensamiento, más allá del posible error o acierto en las operaciones
puramente matemáticas?
El proceso, desde mi punto de
vista, es lo que es realmente potente en el crecimiento y desarrollo de una
persona. Valorar única y exclusivamente el resultado es ser corto de miras y
solo conduce a la evitación de lo que no “se nos da bien” y en casos más
extremos al inmovilismo.
Cuando vamos creciendo, buscando
el reconocimiento externo (padres y madres, profesores/as, jefes/as, compañeros/as,
parejas, amistades, etc), centrando nuestra actividad en lo que se nos da bien,
en lo que ya conocemos, en lo que no fracaso, puede hacer que con el tiempo me
cueste mucho más probar acciones o actividades nuevas, que me cueste cambiar de
trabajo o de ciudad o de pareja o de amigos por miedo a lo desconocido, que al
primer fracaso deje de intentarlo de nuevo, que cualquier circunstancia o hecho
que me saque de mi zona conocida me provoque mucho estrés o ansiedad…y así podríamos
seguir hasta el infinito y más allá.
Comprender que la perfección no
existe y además es muy aburrida, que no hay que ser bueno/a en todo y sí
aprender a disfrutar del mero hecho de hacerlo e intentarlo, que lo nuevo y
desconocido es una fuente inagotable de aprendizajes y que cuanto más pruebe,
más flexible y adaptable seré, más capaz de sorprenderme, más abierto/a estaré
a nuevas experiencias…en fin..un sin fin de posibilidades.
Así que, prueba, experimenta,
descubre, empieza, muévete, equivócate, sorpréndete….y deja la perfección para
otro momento!!
Excelente lema en mi vida he fracasado miles de veces y lo voy a seguir haciendo sin perder el entusiasmo ojalá las personas pensaran así que bueno te encuentro toda la razón un abrazo trabajo en psicología pasate http://desarrolloindependiente.blogspot.com/
ResponderEliminar