Me ha llamado la atención un artículo publicado hoy en el país (sociedad) que se titula "¿Quiere ser feliz? Hágase sacerdote, bombero o fisioterapeuta."
Según un estudio del Centro Nacional de Investigación de Opinión de la Universidad de Chicago, la percepción de las personas de ser feliz desarrollando su trabajo, no está relacionada con la recepción de un buen sueldo, muy por el contrario, según se señala, los puestos peor valorados son también algunos de los mejor remunerados.
Las personas parece que nos sentimos felices en el trabajo cuando en este, nuestra principal labor se dirige a ayudar a otras personas, a hacer algo por y para los demás. También parece que nos satisface más el trabajo cuando, además, podemos interaccionar con otras personas.
Otro factor que "nos pone" es la autonomía, ser capaces de administrarnos nuestro tiempo y nuestros recursos de manera autónoma y sin que dependa de nadie, incluso cuando no recibimos una contrapartida económica en todas las ocasiones, nos produce sensación de bienestar, de satisfacción y felicidad, o si no que se lo pregunten a escritores, artistas, escultores, etc. Alcanzo a imaginar que el trabajo creativo, el que hacemos más desde nuestra inteligencia emocional, tendrá algo que ver. Cuando fluimos desde nuestro hemisferio derecho, desde nuestro mundo emocional, también tenemos altas dosis de felicidad.
Una profesión que también se menciona en el artículo y que se me antoja como un ejemplo clarificador, es el de l@s profesor@s, tanto aquell@s de educación especial como de educación normalizada. Estos profesionales tienen altas dosis de entrega y de creatividad, de conectar con las emociones, de todo tipo, de las propias y de las ajenas, en especial las de sus alumn@s.
Por último, quiero destacar la importancia que parece tener el que cuidemos y demos rienda suelta a nuestr@ "niñ@" interior. L@s operari@s de maquinaria pesada también se declaran felices, destacando que manejar este tipo de máquinas (excavadoras, grúas o cargas) resulta divertido. ¿Recordáis lo placentero que era jugar con la tierra, con las cosas que encontrábamos en el campo, en el parque o en el jardín cuando éramos pequeñ@s? ¿Recordáis lo gustoso que era pringarse de lodo, resina y agujas de pinos, hojas secas y un largo etcétera?
Lo que parece deducirse de la lectura del artículo es que somos felices si no nos olvidamos de lo que nos hacía felices cuando pequeños, si no nos olvidamos que somos parte del mundo, parte de la humanidad y si asumimos un rol activo en su beneficio. Somos felices cuando creamos, cuando somos autónomos y autónomas, cuando podemos decidir, cuando podemos concentrarnos en el objetivo, en la tarea, cuando sabemos qué es lo que queremos y lo que vamos a conseguir. Somos felices cuando nos aceptamos como lo que somos.
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Quiere/ser/feliz/Hagase/sacerdote/bombero/fisioterapeuta/elpepusoc/20111123elpepusoc_6/Tes
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