Leía el otro día en “El poder del ahora” de Eckhart Tolle algunas perlas que espero me ayuden a reflexionar sobre la resistencia y de paso avanzar un poco en el concepto de la aceptación.
“Toda resistencia interna se experimenta como negatividad de uno u otro tipo. Toda negatividad es resistencia. (…) La negatividad va desde la irritación o la impaciencia hasta la ira encendida, desde el estado de depresión anímica o resentimiento (…)
“El ego cree que puede manipular la realidad mediante la negatividad y conseguir lo que quiere. Cree que la negatividad le permite atraer un estado agradable o disolver un estado desagradable. (…) La negatividad no funciona. En lugar de atraer un estado deseable, más bien la impide emerger. En lugar de disolver un estado indeseable, lo mantiene en su lugar. La única “utilidad” de la negatividad es fortalecer el ego (…)”
En realidad, nuestra manera poco consciente de movernos o de manejarnos por la vida, hace que creamos que quejándonos, cambiamos nuestra realidad o cambiamos lo que nos hace sentir. Pero como dice E. Tolle no sólo no lo cambiamos sino que lo hacemos mucho más presente, mucho más visible.
Es evidente que es poco controlable, por nuestra parte, que todo lo que suceda nos agrade o nos resulte valioso o coincida al 100% con lo que deseamos. No depende todo de nosotros, por lo que es importante que comencemos a trabajar la aceptación. Aceptar lo que es. No resistirse.
Aceptación es, como dice Mario Alonso Puig, “reconciliarse con la realidad” y es ahí donde se diferencia claramente de la resignación, que sería creer o considerar que nada se puede hacer por variar la situación.
Aceptación supone ir más allá de la queja y pasar a la acción, tomar las riendas, asumir nuestra parte de responsabilidad. No se trata de revelarse contra la situación en si, sino contra lo que esa situación nos supone a nosotros. Darnos cuenta que podemos responder de otra manera. Esa sería nuestra libertad última. Eso si depende de nosotros.
Supongo que a veces nos resulta más cómodo desgastarnos queriendo cambiar lo que no está en nuestras manos o adoptando un rol de víctima, dedicando nuestro tiempo y energía a sentirnos poco afortunados. Quizá sea el momento de tomar conciencia y adoptar otro punto de vista.
Preguntas que nos pueden apoyar:
- ¿Qué puedo hacer o dejar de hacer para que esta situación no me desgaste?
- ¿Me identifico tanto con lo que no me gusta de mi vida que no deseo cambiarlo? ¿Me define?
- ¿Qué me aporta ese papel de víctima o esa queja?
- ¿No es una excusa para no cambiar?
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