Muchos de los cambios que vivimos en nuestras vidas no son
elegidos. Son situaciones que nos vienen dadas o decididas por otras personas.
Muchos de estos cambios los vivimos como negativos, es un
cambio que nos supone una pérdida. Perdemos la salud, una persona querida, un puesto de trabajo,
una casa...
Esas pérdidas pueden ser más o menos profundas o más o menos
impactantes y todas, en mayor o menor medida, nos provocan un periodo de duelo
que tiene unas fases o etapas por la que todas las personas pasamos.
Las fases del duelo, descubiertas y definidas por Elizabeth
Kübler-Ross, son las siguientes:
1- Negación. Esa fase donde
todavía no nos podemos creer lo que ha sucedido
2- Ira o enfado. Sentimos la
injusticia, la indignación y quizá cierto resentimiento hacia la vida o hacia
quien ha tomado la decisión que nos viene impuesta. A veces sentimos cierta
culpa o vergüenza.
3- Negociación. Esa fase donde queremos
llegar a un acuerdo, prometemos cambiar o hacer algo a cambio de que la situación
no sea la que es. Sentimos la incertidumbre, quizá miedo.
4- Tristeza. Cuando esa
negociación no ha funcionado, tomamos conciencia de la realidad y sentimos la
pérdida, frustración y añoranza o nostalgia.
5- Aceptación. Dejamos de luchar
contra la situación y comenzamos a aceptarla (aunque no nos agrade). Comenzamos
a sentir confianza en el proceso, nos damos cuenta que quizá no podamos cambiar
la situación pero si podemos vivir con ella. Sentimos cierta paz.
Después llega la integración y
cierta esperanza. Promover cierto sentido a este proceso que hemos vivido y
quizá encontrar un regalo escondido, un aprendizaje, una transcendencia.
Kübler-Ross explicó que estas
etapas no necesariamente tienen que suceder en este orden, ni que todas las
personas experimentan todas las etapas. También sucede a menudo pasar por
algunas de las etapas varias veces, es decir, pasar por el enfado, después por
la tristeza, quizá después otra vez por el enfado, luego por la negociación,
otra vez por la tristeza para finalmente pasar por la aceptación.
Cuando somos capaces de darnos
nuestro tiempo para atravesar o transitar por estas etapas, cuando las
conocemos y percibimos nuestro cambio no deseado como un proceso de duelo, nos
permitimos sentir lo que sentimos. Dejamos de resistirnos al cambio y
comenzamos a poder tomar cierta distancia de nuestro propio proceso y tomar
decisiones a medio y largo plazo.
En los procesos de coaching, nos
encontramos con muchas resistencias al cambio, y muchas de ellas pueden
encontrarse en las primeras fases o etapas del proceso de duelo.
Resistirse en casi lo contrario a
la aceptación y forma parte del proceso, pero quedarse ahí lo único que provoca
es fortalecer aún más el dolor o la dificultad del cambio.
El apoyo de un/a coach permitirá
explorar las necesidades no expresadas en esas resistencias y miedos y poco a
poco ir ganando recursos y confianza para enfrentar la nueva situación o
realidad.
Todas las personas vivimos
cambios no deseados. Nuestro margen de libertad individual está en qué hacemos
con ellos.
Estimadas señoras,
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