Parecía que no llegaría, pero ya
está aquí. Ya está aquí el verano y con él los días largos y llenos de luz y
calor.
Los solsticios son puertas al
cambio y éste, el de verano, es celebrado desde hace miles de años en casi
todas las culturas, desde la celta, azteca, maya, inca, griega, hindú, hasta
los bereberes de África.
En todas ellas hay similitudes
como el encendido de hogueras para dar fuerza al sol (que desde esta fecha
comienza a descender), para purificar lugares y personas, utilizando esas
cenizas para abonar las tierras de cosechas, para favorecer la fertilidad
femenina, para, en definitiva, permitir y favorecer que brote al exterior todo
lo trabajado a nivel interno durante los meses de invierno.
Durante los meses de invierno y
primavera hemos estado sembrando en nuestras vidas, en nuestras relaciones, en
nuestros proyectos y ahora es el momento de dedicar esas horas de luz a recoger
los frutos.
Como los frutos, los cambios
internos no se producen de un día para otro. Requieren conciencia y decisión.
Pero también requieren tiempo, algo, en lo que a veces, no somos capaces de
reparar.
Observar la naturaleza puede ser
un ejercicio muy potente para descubrir que cada cambio requiere su tiempo, su
preparación y sus circunstancias. Un melocotonero, por mucho que se empeñe, no
dará sus frutos en el mes de diciembre.
Sembrar, abonar, podar, aceptar
los tiempos y tener paciencia quizá sean grandes lecciones que nos brindan la
naturaleza y sus cambios.
¿Qué símil o metáfora podría ser sembrar, abonar y podar en nuestras
vidas?
¿Quiero melocotones? Pues no
sembraré ni limones, ni manzanas, sino melocotones. Tomar conciencia de lo que
he estado sembrando hasta la fecha y si quizá estoy recogiendo frutos no deseados
porque no estoy sembrando lo que deseo obtener o no lo he sembrado en el
momento o lugar apropiado.
Abonar para mí tiene que ver con
los hábitos, con las acciones que mantienen la posibilidad de obtener lo que
deseo. ¿Qué hábitos, qué acciones me acercan a lo que me propongo?
Y podar tiene que ver con saber cortar
lo que está restando fuerza y posibilidades a mi árbol. ¿Qué creencias me están
limitando? ¿Qué relaciones son tóxicas o me debilitan? ¿De qué quiero alejarme?
¿Qué no quiero en mi vida?
Toda esa toma de conciencia y de
decisiones te la puede proporcionar un proceso de coaching. Un excelente
proceso personal que te acercará mucho más a los melocotones que quieres.
Feliz verano lleno de frutos!!!
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