Si es cierto que las personas que
nos dedicamos al coaching tenemos una serie de palabras o términos muy
presentes. Una de ellas es la palabra Meta. Cuando
iniciamos un proceso de coaching definimos cual es la meta que el cliente desea
conseguir o lograr. Qué es eso que anhela, desea, necesita…
Y si bien eso es importante, muy
importante, para enfocar el trabajo que se va a comenzar, también lo es saber “para
qué” desea lograrlo. Qué espera encontrar debajo de esa meta (casi como
escondido)
Y para mi esa es una de las
claves más importantes de cualquier meta o reto que nos propongamos, con o sin
el apoyo del coaching.
¿Para qué quiero lograr esa meta?
¿Para qué quiero ese cambio? ¿Para qué?
Veía el otro día la película “En
solitario” y, sin ánimo de hacer ningún spoiler por si hay alguien que se anima
a verla, creo que en el trasfondo de esta película, más allá de mensajes sobre
la amistad, la confianza, la inmigración, etc, existe una idea que sobrevuela y
es esa del ¿para qué lo estoy haciendo? Más allá de lograr o no la meta…¿Qué es
lo que supone ésta para mi? ¿Qué busco o anhelo poniéndola en mi camino? ¿Qué
estoy dispuesta/o a hacer para lograrla?
Soy de la opinión que en muchos
casos las metas no son importantes, pues vaya coach!!!. Me explico. En muchos
casos lograr o no lo meta no es lo más importante, sino el camino que recorro
para lograrla. Lo que me hace crecer, explorar nuevos registros, salir de mi
zona de confort, aprender, descubrir, sentir que estoy viva, en muchos casos no
es lograr la meta, sino caminar para lograrla.
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