26 de enero de 2015

Las emociones en el trabajo o cómo encontrar el bienestar trabajando.

Sintiendo en el trabajo
Es hablar de emociones y trabajo y automáticamente aparece la idea de “controlar las emociones” como si ese tandem (emociones-trabajo) fuera algo poco aconsejable, poco productivo o poco profesional.

Reconozco que me chirría muchísimo el concepto de “controlar las emociones”. Prefiero o me siento más identificada con el concepto de gestionar mis emociones y cuando hablo de gestionar me refiero a tener la capacidad de identificarlas (¿Qué estoy sintiendo exactamente) escucharlas (¿de qué necesidad actual me están hablando? ¿Qué me invitan a hacer?)) y tomar decisiones (¿Qué voy a hacer y cuando?) en función de lo que quiera o necesite lograr (y aquí es posible que el lugar donde esté y el entorno me haga tomar una u otra decisión).

Dicho esto, yo quería hablar de la importancia de las emociones en el trabajo y su relación con la motivación y satisfacción laboral. Creo que muchas veces ignoramos, en el ámbito laboral, que somos seres sociales y seres emocionales y eso nos impide aprovecharlo a nuestro favor. Tengo la sensación que muchas personas dimiten o se dan de baja del posible disfrute en las horas en las que están en la oficina. Quizá porque no les guste su trabajo, quizá porque no hay un buen ambiente laboral, quizá porque no se plantean que puedan disfrutar o que haya algo que puedan cambiar.

En una jornada de trabajo, sentimos infinidad de emociones: sorpresa, decepción, alarma, angustia, alegría, enfado, malestar, asombro, apatía, confusión, desconcierto, placer, desidia, euforia, tranquilidad, esperanza, impaciencia, miedo, sorpresa, pesimismo….y muchas de ellas ni nos damos cuenta, no somos conscientes.

Creo que cada persona podríamos hacer un ejercicio muy saludable, para nuestra persona y para el entorno donde trabajamos. Propongo reflexionar y actuar de una manera más consciente con un propósito: Generar un mejor ambiente de trabajo y por tanto aumentar nuestro bienestar trabajando.

¿Qué puedo hacer para generar emociones agradables en mi entorno? ¿Qué puedo dejar de hacer para crear un ambiente más relajado y confiado? ¿Qué actitudes mías puedo transformar? ¿Qué grado de libertad tengo para actuar?

En el campo de los recursos humanos y concretamente en el de la remuneración se habla de un concepto “salario emocional” para hablar de aquellas retribuciones que reciben los trabajadores más allá de lo económico (tipo de jornada, horario, reconocimientos, formación, etc…) que influyen de una manera muy significativa en la motivación.

Eso está muy bien pero como trabajadores no depende de nosotros/as obtenerlo, así que propongo hacer nuestra parte. ¿Qué puedo hacer yo para sentirme mejor y provocar un mejor clima en mi entorno? Esa es la tarea que os propongo para esta semana.


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