3 de enero de 2012

“Podemos elegir la clase de día que queremos pasar”. (Fish!)

Y si, realmente podemos elegir si queremos pasar un día con energía o sin ella, con un estado de ánimo de enfado, apatía o alegría. Podemos elegir con qué actitud me enfrentaré hoy a los pequeños o a los grandes inconvenientes que se me crucen, puedo elegir la actitud con la que iré a trabajar, con la que quiero salir a la calle y así, esta actitud empezará, inmediatamente, a contagiarlo todo, de forma que mi comportamiento se verá influido por ella.....¿Parece sencillo no?

Sin embargo, en ocasiones, después de haber elegido la actitud con la que afrontaré el día, salgo a la calle y ¡zas! Me topo con una realidad: la actitud que ha elegido el vecino, la vecina, el resto de personas con las que convivo en esta ciudad ¡no es la misma!

Entonces, puedo dejarme contagiar por la actitud y manera de comportarse de las otras personas. Por supuesto que puedo, la pregunta es ¿quiero? ¿Quiero fruncir el ceño nada más subir al metro y ladrar al que se sujeta al asidero con mi mano debajo? ¿Quiero pitar al conductor de delante que no se ha dado cuenta que el semáforo lleva 0,3 milisegundos en verde? ¿Quiero subir a un taxi y sin saludar, decir al conductor que me lleve a tal dirección y rápido porque tengo prisa? ¿Quiero olvidarme de sonreír, de saludar, de esperar, de respirar pausadamente,....?

Si la respuesta es si, ya sabemos qué es lo que viene después, puesto que seguro que se repiten las respuestas día a día, de una manera asombrosamente mágica. Me responderá el del metro que él estaba primero con un ladrido; el de delante sacará el dedo corazón para mostrármelo izado en su mano, el taxista me gruñirá y subirá la radio al máximo, etc.

Algunas personas lo llaman Karma, yo no digo que no. Si tal como nos dice la RAE se trata de la energía derivada de los actos, estaríamos hablando de karma.

Lo que si sé y lo he experimentado, es que puedo elegir no dejarme llevar por la corriente que generan las energías de mis congéneres y, aunque sea difícil, que sé que lo vais a decir, salir a la calle con mi plan maestro de afrontar el día con una actitud positiva, constructiva, con alegría y ligereza, con una sonrisa, al del metro, al taxista y al conductor de reflejos no tan veloces como los míos. Puedo saludar, dar los buenos días, puedo sujetar la puerta del metro a la persona que va a salir o entrar e incluso ayudar a una persona que baja ella sola un carrito de bebé.....puedo elegir hacer o dejar de hacer tantas cosas y también elijo cómo hacerlas. ¿Le ayudo a bajar el carrito refunfuñando porque llegaré tarde o con una sonrisa y alguna palabra amable al bebé? Dado que soy yo quien elijo, puedo hacerlo de cualquiera de las dos maneras.

Debe no ser algo tan fácil de hacer, puesto que muchos de mis congéneres no lo hacen, sin embargo, si que llego a percibir, en ocasiones, que después de un saludo o una sonrisa, la otra persona ha dejado de fruncir el ceño, o incluso también sonríe o saluda a otra persona. Si se contagian los ladridos, ¿por qué no se podrán contagiar las sonrisas?

Tampoco quiero decir que esta deba o no deba ser la actitud diaria de todo el mundo, puesto que cada cual elige. Lo que si creo que debemos asumir es que cada elección supone unas consecuencias determinadas y si elegimos lo primero, en cierta forma también estamos eligiendo lo segundo, las consecuencias. Así que lo que no vale es elegir contagiar el ladrido y el ceño fruncido para luego quejarme de lo poco amables que son “los demás”, que fíjate como fruncen el ceño y como gritan y ladran en lugar de hablar.

¿Qué día quieres tener hoy? ¿Qué te apetece contagiar? ¿Qué quieres recibir?

1 comentario:

  1. Quiero VIVIR en armonia con la vida, quiero FACILITARLO, quiero amor a la vida, quiero vivir mi sueño, quiero dar gracias a la vida, quiero que vibremos en armonia vital.
    QUIERO UNA VIDA EN AMOR A LA VIDA, QUIERO UN MUNDO MEJOR.
    buenos dias a todos y todo.GRACIAS

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