27 de febrero de 2013

Cómo ayudamos a las personas a descubrir su luz interior

Las personas que nos dedicamos a la formación, solemos encontrarnos con las necesidades de las personas que acuden a los cursos, conferencias o talleres. 

Algunas veces, la conexión entre quien escucha y quien habla es absoluta y entonces eres capaz de dar mucho más de ti y de enfocarlo a sus necesidades. 

Hace meses, nos solicitaron un curso para un equipo de trabajo que había sido premiado como el mejor en su clase y su especialidad, dentro de todo el país y aún así pensaban en cómo mejorar. El curso en realidad se convirtió en un espacio de reflexión, en el que Kaiden propuso unas "preguntas" que el equipo de trabajo debatió y respondió. 

Las respondió para él mismo y para sus miembros, no las respondió para Kaiden. Las respondió incluso asumiendo que sería un proceso complejo y quizás también doloroso. Las respondió desnudándose e indagando cuál era el origen de las preguntas para localizar el lugar en el que se escondían las respuestas. 

Y quiero pensar que hoy, pasados unos  meses, empieza todo a tener sentido. Como nos dijo un amigo y asistente a nuestros talleres de desarrollo personal, "ahora, todo empieza a tener sentido".  Pasado el tiempo, integradas las preguntas, las respuestas aparecen. 

Y me hace pensar en la metáfora que Leonardo Wolk usa para hablar del coaching. Algunas veces, soplamos las brasas que parecen estar apagándose para ayudar a la persona a descubrir su propia luz. Para descubrir lo que es capaz de brillar. 

Algunas veces así ayudamos a las personas, soplando suavemente para que sean ellas quienes descubran sus respuestas, su luz y su fuerza y es un placer hacerlo así. 

25 de febrero de 2013

El proceso de toma de decisiones y el Coaching


P: ¿Qué necesitas para tomar una decisión?
R: Sopesar las distintas opciones.
P: ¿Y de qué manera puedes valorar estas opciones?
R: A través de preguntas que me hagan pensar en ellas.
P: ¿Y de qué manera puedo ayudarte?
R: Ya lo estás haciendo.

Un proceso de coaching se enfoca en la resolución de un determinado problema o asunto o lo que es lo mismo, provocar un cambio para lograr el objetivo deseado. 

En ese sentido, un proceso de coaching nos enfoca en el para qué del proceso de toma de decisiones. 

Así mismo, a través de las distintas sesiones, el coach(*) con sus preguntas nos ayudará a enfrentarnos con la situación, con las alternativas existentes y quizá incluso con algunas que de otra manera no hubiesen aparecido en un proceso llevado a cabo de manera individual. Y no solo eso, dado que el coaching se apoya en modelos de psicología positiva, nos ayudará a encontrar nuestras fortalezas y capacidades en las que nos apoyaremos para ver el problema como una situación que puede ser resuelta por mi. 

A lo largo del proceso, el coach(*)  con sus preguntas nos ayudará a explorar otros momentos en los que hayamos podido usar algunos de los recursos que quizá hoy no sean tan habituales, enfocándonos a extrapolar los resultados de generar ciertos comportamientos y/o hábitos. 

Dado que el coaching es acción, a lo largo del proceso nos pedirán que hagamos tareas, ejercicios o que meditemos sobre alguno de los puntos importantes sobre los que estamos trabajando. Si nuestro compromiso con el proceso de coaching y con nosotr@s mism@s es real, avanzaremos aún a pesar de posibles contratiempos, trampas, o creencias limitantes, venciéndolas para salir fotalecid@s del proceso. De esta manera, no solo habremos llegado a nuestro objetivo o estaremos enfocad@s hacia él, sino que podremos generalizar la experiencia para situaciones futuras que podamos tener que afrontar. 

¿Tienes decisiones importantes que tomar? ¿Crees que podríamos apoyarte desde el coaching? ¿Qué necesitas para pedir apoyo a un/a profesional? 


(*) Se usa el masculino genérico para la figura del profesional del coaching, es decir para el o la coach, no por ser la mejor opción, sino por facilitar la comprensión. 

20 de febrero de 2013

La gala de los Goya y 5 lecciones de vida.


No tengo por costumbre ver ninguna gala de premios, pero reconozco que hay algo en la gala de los Goya que me engancha si comienzo a verla.

Me gusta especialmente ese momento de emoción que sienten las personas premiadas, sobre todo las que no están acostumbradas a ese reconocimiento, o aquellas que llevan mucho tiempo “luchando” por su sueño y finalmente llega el premio o aquellas para los que ese premio será la gran oportunidad para poder seguir viviendo de ese sueño que es su vocación y pasión. Lo reconozco, si, me emociona profundamente ese momento.

Además de esos momentos emotivos, este domingo tenía interés en ver cómo realizaban sus críticas y reivindicaciones respecto a la política cultural, educativa, fiscal, etc.

Todavía no entiendo por qué a mucha gente le molesta (y tanto) que los y las profesionales del sector audiovisual, aprovechando su fiesta y que hay millones de personas viéndolos y escuchándolos, reivindiquen lo que consideran justo y necesario para su sector. ¿No haríamos, cada uno de nosotros, lo mismo, si tuviéramos un escaparate y una proyección similar? ¿A quien molesta escuchar lo que otros piensan? ¿Qué problema hay en decir lo piensas?

Se puede o no estar de acuerdo con sus reivindicaciones, pero censurar que las hagan me parece tan negativo como esa corriente social que nos pide que no expresemos en público nuestras emociones.

Viendo la gala de los Goya me quedo con estas 5 lecciones para la vida, el trabajo, las relaciones…

1- Expresar tus emociones te permite regularlas, transitarlas.
Dicen que a la gente le cuesta expresar emociones como la tristeza o la ira o enfado, pero además soy de la opinión que hay muchas personas a las que incluso les cuesta expresar la alegría o el afecto. Vivir acorazado, quizá te proteja de sentirte dañado pero también te evita sentir en toda su intensidad las emociones agradables. Expresar tus emociones te permite que éstas aparezcan y desaparezcan proporcionándote información, sin quedarse bloqueadas y estancadas dentro de ti.

2- Expresar tus emociones te permite vivir de una manera auténtica.
La autenticidad se basa en la coincidencia entre lo que haces, dices, piensas y sientes. Si no expresamos nuestras emociones bloqueamos vivir con autenticidad y la posibilidad de que las personas que nos rodean sepan quienes somos en realidad.
Es más, incluso diría que más allá de que no te conozcan quienes te rodean, llega un momento en que incluso no te conoces a ti mismo, a ti misma.

3- Expresar tus necesidades y hacer peticiones.
Cuando conectamos con nuestras emociones somos capaces de identificar nuestras necesidades. Una vez que sabemos qué necesitamos, podemos, si así lo estimamos oportuno, hacer peticiones a nuestro entorno. Es saludable ser capaz de hacer peticiones, defender tu espacio y tus límites, pedir cambios, de una forma no violenta, sabiendo que pueden decirnos que no y asumiendo las consecuencias.

4- El reconocimiento es una fuente de motivación.
Que sólo una persona sea la premiada en cada categoría evidencia que hay competencia, pero no necesariamente supone algo negativo. Que te reconozcan tu trabajo (frente a otros también muy buenos) supone algo que todas las personas necesitamos y que deberíamos hacer con nuestro entorno. ¿Reconozco lo positivo que tienen o hacen las personas de mi entorno? ¿Cómo hago ese reconocimiento? ¿Qué reconocimiento no tuve y creo que me merecí?


5- El agradecimiento es regalar tu felicidad.
Y aquí enlazo con la primera parte del post. Cuando tienes la oportunidad de agradecer lo que has recibido, de repente te sientes una persona completa, llena y es como si tuvieras que regalar tu felicidad, repartirla, compartirla. ¿Recuerdas la última vez que agradeciste algo a alguien? ¿Cómo te sentiste? ¿Cómo se sintió la otra persona?

Me quedo con la sensación que tengo desde hace tiempo que cada momento es una fuente inagotable de aprendizajes.

13 de febrero de 2013

¿Hago? ¿O hago que hago?

Tenemos un plan para obtener nuestro objetivo. Más o menos, lo hemos ido dotando de acciones, de parámetros, de recursos necesarios, de posibles obstáculos y vamos viendo el camino por el cual avanzar. 

En ocasiones, encontramos recodos en los que aparecen posibilidades a modo de juego de la oca y entonces podemos elegir. ¿Sigo por aquí? ¿Me detengo a observar? ¿Rectifico? 

En ocasiones, en algún recodo, encontramos "sillas" o trampas que nos encajan, como espejismos y nos detenemos en ese lugar, creyendo que hemos llegado, creyendo que hemos elegido libremente y que es allí donde queremos estar, sin darnos cuenta que hemos caído en nuestra propia trampa. 

¿Qué son esas trampas? 

Muchas veces son viejos y conocidos roles que nos encajan, que nos hacen creer que estamos eligiendo, que estamos siendo y haciendo. Roles que nos llevan a viejos parámetros o hábitos desde los cuales nos movíamos antes: "soy yo quien elige aunque en esta ocasión y solo en esta, me dejaré llevar"; "esto me conviene, aunque no sea lo que inicialmente pensaba hacer"; "estoy muy ocupad@, eso quiere decir que lo estoy haciendo bien"; "veo un porvenir brillante, me voy a sentar a esperar a que llegue";......¿Cuál es el tuyo? 

¿Reconoces tu silla? ¿Tienes medidas preventivas para el momento en el que aparece? 

Te invitamos hoy a que hagas un listado de 7 cosas que suelen atraparte y despistarte de tus objetivos y planes de acción. ¿Las reconoces con facilidad? ¿Te suelen engañar a menudo? ¿Cuál crees que es la más peligrosa para ti? 

Nuestra propuesta: cambia las gafas desde las cuales miras a tus trampas, sillas o recodos en el camino y descubre cómo vencerlos. Hazte preguntas. Busca nuevas respuestas. No te conformes con lo que hasta ahora te ha servido y utiliza tu pensamiento creativo para encontrar nuevas respuestas. 


6 de febrero de 2013

¿Podemos cambiar?

Es evidente que esta pregunta no tiene una respuesta definitiva. Si somos prudentes responderemos con un "depende".

¿Podemos cambiar el pasado? Va a ser que no, pero sí puedo cambiar cómo valoro ese pasado. Puedo aceptarlo e integrarlo en mi presente o puedo vivir con cierta amargura y resentimiento. Ante un mismo hecho, mis emociones y reacciones pueden ser opuestas y posiblemente serán determinantes a la hora de vivir el presente y a la hora de enfocarnos al futuro.

¿Podemos cambiar el futuro? Si crees que puedes hacerlo o que puede suceder te moverá la ilusión, la ambición y el propósito. Si, en cambio, creemos lo contrario, es decir, que no es posible el cambio, nos moveremos desde la resignación.

Estos estados anímicos o energías desde las que nos movemos (aceptación, resentimiento, ilusión, resignación) influyen de manera determinante en nuestro presente.

Me gustaría invitarte a reflexionar en los diferentes ámbitos de tu vida (salud, relaciones afectivas, ocio, laboral, económico…) respondiendo a las siguientes preguntas:



¿Aceptas lo que ha pasado en tu vida?
¿Hay algo que todavía te provoca resentimiento o enfado?
¿Te ilusiona tu futuro o en cambio estás resignado?

Quizá encuentres alguna información interesante sobre tu presente y tus estados emocionales.