29 de abril de 2013

Sin Acción no es Coaching


El Coaching se diferencia de otras disciplinas a través de matices, a veces difíciles de distinguir, pero una de las cuestiones que la caracteriza es la acción.

Un proceso de coaching te ayuda a que pongan “piernas a tu sueño”, a que pases a la acción, que el sueño se convierta en un plan. Plan que solemos llamar plan de acción.

¿Cómo podemos hacer ese plan de acción?

Convencionalmente se suele realizar ese plan de acción de manera cronológica, es decir, pienso en lo que haré desde hoy hasta el momento que logre mi objetivo. Planifico mis pasos del presente al futuro.

A mi, me gusta hacerlo de manera inversa. Como plantea y sugiere la Programación Neurolinguística.

Es decir, le planteo al cliente (coachee) que se sitúe en el futuro, en el momento en el que ya ha logrado lo que desea. Que recree lo mejor posible esa situación, qué siente, qué ve, qué escucha y permanezca en ese estado durante un tiempo. A partir de ahí, que vea qué pasos ha tenido que dar para llegar hasta ahí. Es decir, vamos a hacer un recorrido del futuro al presente.

Sé que suena un poco extraño, pero la mente es maravillosa y le encantan este tipo de magias. No es lo mismo pensar en las acciones que hay que llevar a cabo desde la incertidumbre del presente que desde la garantía del futuro (habiendo imaginado que ya se logra el objetivo).

Si estás en un proceso personal o profesional en el que llevas inmerso/a tiempo, que sabes que sería bueno para pasar a la acción, pero o no sabes qué pasos dar o hay ciertos bloqueos, te sugiero que pruebes con el Coaching y notarás el cambio.


24 de abril de 2013

¿Con o sin miedo a equivocarnos?

¿Cuantas veces dejamos de hacer algo por creer que los resultados no serán los que deseamos/esperamos? 

¿Cuantas veces creemos que es mejor no soñar o aspirar a hacer algo para no "sufrir" si no se cumple? 

Todas las personas nos equivocamos. 

¿Estás de acuerdo con esta frase? ¿Qué pasa si cambiamos la palabra equivocarnos por alguna otra como: fracasar, errar, fallar? ¿Qué sentimos? ¿Qué hacemos o dejamos de hacer? 

Le llamemos como le llamemos, usemos la palabra que usemos, nos equivocamos. Y esto es así por varias razones: 


  • Nos comparamos con otras personas
  • Nos comparamos con los resultados de otras personas
  • Nos comparamos con profesionales sin muchas veces tener en cuenta su experiencia
  • Nos comparamos y juzgamos por los "deberías"
  • Nos comparamos con un modelo ideal (o idealizado) de nosotros/as mismos/as
Cuanto más "perfecta" e intachable sea esa imagen idealizada de mi misma/o que tenga, más me equivocaré. Sin embargo, la paradoja viene cuando a esa imagen no se le permite el error, fallo, fracaso, ni nada parecido. Entonces nuestra seguridad percibe el peligro y sentimos miedo. 

Otra frase lapidaria, todas las personas sentimos miedo. Si, el miedo es una de las emociones básicas o primarias que experimentamos ante un peligro. Si percibimos el equivocarnos como algo muy peligroso....¿qué puede pasar? Si a esta percepción le sumamos algunos de los mensajes que solemos recibir sobre esta emoción: no es bueno sentir miedo; si sientes miedo eres débil; el miedo solo lo sienten las personas cobardes; etc.....¿Encaja con mi visión idealizada de perfección? Seguramente no. Seguramente me prohibiré sentir miedo y una de las maneras de "evitarlo" es dejar de hacer aquellas cosas en las que creo que puedo equivocarme para no sentir miedo. ¿Te parece complejo? ¿Te ves reflejada/o? 

Desarrollar y fortalecer nuestra inteligencia emocional nos ayuda a romper con este complejo esquema. Básicamente, se trata de entender lo que son las emociones, todas y cada una de ellas y de la importancia que tiene la información que nos comunican. A través de la inteligencia emocional nos reconciliamos con el miedo y con todas las emociones y podemos, a partir de allí, empezar a darnos permiso para equivocarnos y experimentar el miedo. 

Date permiso y sueña. Para reconectar con todos tus sueños y deseos te proponemos que: 
Haz una lista de todas las cosas en las que has soñado convertirte desde que tienes conciencia (astronauta, ninja, tenista, super héroe/heroína, cineasta, bombero/a, maestra/o, millonario/a,.....). Escríbelo todo sin vergüenza, será una lista solo para ti, quedará en secreto entre tu y ese trozo de papel. Intenta que no se escape ningún sueño, te parezca lo que te parezca (aunque lo juzgues como una tontería o irrelevante). 


22 de abril de 2013

El coaching y los hábitos

Generar un nuevo hábito es como abrir un nuevo camino para llegar a un lugar conocido. Se trata entonces de buscar nuevas maneras de alcanzar: éxito, satisfacción, gratificación, pertenencia, comodidad, trascendencia,.....¿Qué te ayudan a conseguir tus hábitos? 

Algunas veces, seguimos manteniendo hábitos que en un primer momento nos fueron muy útiles para obtener algo. Más adelante, con el paso de los años, ese hábito empieza a interferir con nuestros objetivos vitales actuales y es entonces cuando nos peleamos con ellos sin muchas veces llegar a saber cómo desprendernos o cambiarlos. 

No es un misterio, se trata de un proceso con una serie de pasos y de momentos clave. Pongamos por ejemplo el hábito del estudio. Cuando una persona llega a la universidad, muchas veces se encuentra que sus antiguos hábitos de estudio no le sirven de igual manera para esta nueva etapa. Aparece la frustración, el miedo y las asignaturas suspensas cuando "nunca antes".....

¿Qué puede hacer el coaching por este estudiante? Quizá los antiguos hábitos tenían más que ver con un "tengo que" terminar el instituto/la secundaria/..... que con un "quiero hacer esta carrera". Cuando tenemos que hacer algo, la motivación es una, bebe de una fuente. Cuando es algo que queremos, la motivación viene de otro lugar totalmente distinto.  Empezar a descubrir cuál es esa fuente y para qué hago lo que hago es la clave para conectar con "mi razón para estudiar esto". La llegada a la universidad tiene mucho que ver con el despertar consciente de la voluntad: por primera vez haces lo que deseas y no lo que tienes que. Los estudios dejan de ser una obligación para ser un placer o una promesa de un futuro determinado. 

¿Estás en esa etapa de miedo y frustración? ¿Crees que solo tu puedes salir de ella? ¿Crees que con ayuda transitarás más fácilmente este momento convulso? El coaching te puede ayudar a conectar con tu verdadera fuente de motivación en un plazo menor al que llegarás por ti mismo/a. Por eso, algunas facultades en nuestro país y muchas en Estados Unidos y otros países, incluyen los servicios de coaches y orientadores/as para estudiantes de los primeros cursos. 

¿Quieres aprender a cambiar hábitos? 



17 de abril de 2013

Herramienta práctica para la gestión del tiempo

No sé si conozco a alguien que no haya vivido algún momento esa sensación de "me falta el tiempo" "no tengo suficiente tiempo para todo lo que tengo que hacer" "no llego" "me siento mal porque no le dedico tiempo a ....."

Queremos más tiempo, queremos estirar los minutos y aunque sabemos que eso no tiene ningún sentido o lógica, seguimos sin caer en la cuenta que quizá, en lugar de estirar el tiempo, estaría bien contraer el nivel de actividad. Esa podría ser una opción.

Cuando se lo planteas a alguien que se está quejando de su falta de tiempo te responde "no puedo" "no me puedo permitir hacer menos" "es una exigencia de la empresa" o "no quiero dedicarme solo a trabajar, también quiero hacer deporte o (....)". Así pues, sabemos que no podemos estirar el tiempo, y también queremos mantener el nivel de actividad. ¿Entonces? ¿Cuál es la solución? ¿Priorizar?

Cuando, en el siguiente escalón, aparece la reflexión de la priorización, lo que suele responder la gente es: "en realidad, todo es importante" y entonces sabes que ha llegado el momento de cortar de raíz esa mentira que está haciendo tanto daño.

¿Todo es importante? ¿Cómo defines tú el concepto de importancia? ¿Qué es, para ti, importante?

Cuando en un taller o en un proceso de coaching trabajamos sobre la gestión del tiempo, lo primero que nos gusta hacer es definir los "roles" que cada persona desempeñamos y desde los que hacemos las diferentes actividades, así pues, yo puedo tener el rol profesional de coach, el rol profesional de formadora, el rol personal con mi familia o con mis amistades o el rol que se nos ocurra que para nosotros/as sea relevante.

Una vez que la persona ha definido qué roles son los significativos, se le plantea que defina actividades que impacten de manera relevante en dichos roles la próxima semana y esto lo podemos comparar con lo que tenía previsto en su agenda antes de hacer el ejercicio. ¿se parece la agenda? ¿está cerca o lejos la agenda de lo importante de la agenda real? ¿Lo que tenía previsto impacta en mis roles o quizá están programados según la importancia de otras personas? ¿Puedo hacer algo al respecto?

Si quieres priorizar, define o concreta lo que para ti es importante y ponlo lo primero. Es simple, sencillo, es un excelente hábito no sólo posible, sino absolutamente necesario para el equilibrio personal y profesional.






15 de abril de 2013

¿Quieres o tienes que?


Si, si…no es lo mismo ni es igual. No es lo mismo decir (y, por tanto pensar o sentir) que “tengo que hacer la compra” que expresar “quiero hacer la compra”

No es lo mismo “tengo que dejar de fumar” que “quiero dejar de fumar”.

¿Sientes los matices? En la primera, en el tengo que, hay una presión, una obligación, mientras que en la segunda hay intención, ganas, motivación.

En la primera opción, parece que alguien o algo me fuerza a dejar de fumar, mientras que en la segunda, se intuye que soy yo quien decide dejar el hábito, y por tanto, como es algo que yo decido, me siento más motivado/a y responsable de alcanzarlo.

Igual pasa con expresiones como “debería” “no debería” “podría” “no podría”. Se trata de expresiones que encierran normas sociales, creencias limitantes (sobre nosotros/as mismos/as o sobre el entorno, las circunstancias, etc), obligaciones autoimpuestas, etc.

“debería empezar a hacer deporte” “no debería trasnochar tanto los fines de semana” “podría haber estado más atenta y hacerlo mejor”, “ya debería saber gestionar estas situaciones estresantes” etc.

Es importante descubrir hasta que punto esta forma de pensar (y de expresarte) te puede estar limitando para alcanzar los objetivos que te has planteado. En un proceso de coaching, el/la coach te ayudará, a través de preguntas, a cuestionarlo y descubrirlo.


Si una persona expresa, en el diálogo del proceso de coaching, “debería hacer eso”, el/la coach puede sugerirle: ¿deberías o quieres hacerlo? ¿Qué pasaría si no lo hicieras? ¿Quién o qué dice que deberías hacerlo?

Buscamos la fórmula para que cada persona se sienta motivada y asuma las riendas de sus planes, metas o propósitos. No nos sentimos igual si hacemos algo por que lo deseamos por que creemos que es nuestra obligación. ¿estás de acuerdo? ¿Cómo expresas tus planes? ¿Cómo “tengo que” o como “quiero”?
¿Hay muchos deberías en tu vida? ¿Puedes transformarlos en “quieros”?


10 de abril de 2013

¡Tengo que hacerlo y no sé cómo!

En algunas ocasiones, trabajando en Organizaciones grandes o pequeñas, mucho antes de la existencia de Kaiden, de mi máster en Coaching, mucho antes de mi "hoy", me he encontrado con personas ocupando puestos que, más allá de desearlos o no, les obligaban a poseer ciertas habilidades y competencias que no poseían. En ocasiones veías el estrés en su rostro, en sus movimientos, en sus manos, en sus decisiones y lo que rara vez encontré fue el reconocimiento sincero y honesto para decir "no sé cómo hacer esto", "necesito ayuda". 

En algunas Organizaciones se instala una cultura peculiar en la que una de las premisas supone "saberlo todo" y si no lo sabes, no lo reconozcas. Esta cultura es realmente dañina, no solo para las personas que forman parte de ella sino para la propia Organización. Aunque exista la falsa imagen de productividad, calidad y eficiencia ¿Qué podrían hacer esas mismas personas si trabajasen sin estrés? ¿Qué podrían generar si no tuviesen miedo a aceptar sus carencias? ¿Cuál sería el nivel de producción y de calidad si las personas recibiesen la formación necesaria para desempeñar su función con confianza y autonomía? 

Sé que algún día veremos esa otra realidad generalizándose en nuestras empresas y organizaciones. En un futuro no muy lejano, dejaremos de tener miedo al miedo y asumiremos con confianza nuestras limitaciones para pedir ayuda y recibir la formación o transformación que necesitemos. 

¿Me han promocionado y no sé cómo pasar de gestionar un equipo de 5 personas a un departamento de 30? Pido ayuda. ¿Ha llegado una nueva persona a dirigir el equipo y no sabe cómo gestionarlo? Pido ayuda. ¿He adquirido nuevas responsabilidades y necesito aprender algunas herramientas para abordar el trabajo con excelencia? Pido ayuda. ¿En mi familia aparecen unas necesidades de tiempo y dedicación que me dificultan compatibilizar trabajo y familia? Pido ayuda. 

Saber pedir ayuda y a quién hacerlo tiene mucho que ver con nuestra:
1.  Autoestima
2. Inteligencia emocional
3. Inteligencia racional
4. Inteligencia social

¿Crees que a pedir ayuda también se aprende? Pues estás en lo cierto. Si aún no sabes como pedir ayuda, puedes empezar aprendiendo, es decir pidiendo ayuda para aprender

8 de abril de 2013

El coaching para "curar" generalizaciones.

Sin caer en una generalización, podríamos decir que prácticamente todas las personas en algún momento hemos tenido algún tipo de creencia que, según para hacer qué cosas, nos ha limitado. 

Por lo tanto, las creencias limitantes no son más que una realidad transitoria por la que las personas podemos estar pasando sin llegar a ver la puerta de salida. Esto ayudaría a que esa realidad fuese menos transitoria y que nos instalásemos en ese estado por más tiempo del "necesario". 

¿De dónde vienen estas creencias limitantes? 

En nuestro lenguaje existen términos que nos hablan y permiten hablar de lo absoluto: siempre, nunca, todo, nada,.....¿Para qué usamos estas palabras? ¿De qué manera nos sirven estas generalizaciones? Por ejemplo, si enseñamos a un niño o a una niña que siempre que pongas la mano encima de una llama te quemarás, el uso del término absoluto refleja una realidad no cambiante. En ese caso, podemos afirmar que si metemos la mano en el fuego siempre nos quemaremos. Si aprendo a conducir un coche, podré generalizar ese aprendizaje para conducir en otros vehículos distintos al que me ha servido para aprender. 

Qué sucede si a ese mismo niño o a esa misma niña a quienes hemos enseñado que el fuego siempre quema, ante otra situación, por ejemplo no sabe multiplicar, le decimos frases tipo: "nunca aprendes nada"; "no sabes nada"; "siempre tardas mucho en aprender";....¿reflejarían una realidad? ¿le estaríamos enseñando algo útil? ¿y si se la repetimos en otras ocasiones a lo largo de su vida? Esa generalización se convertirá en una creencia y podrá guiar el comportamiento de la persona incluso en su edad adulta. 

En ese momento, en el que la persona que ha crecido creyendo que es muy lenta para aprender y que no sabe nada, inicia un proceso de coaching. Entonces, a lo largo del proceso y gracias a las preguntas "provocadoras" de su coach re-aprende otra realidad: las generalizaciones no son aplicables cuando hablamos de aptitudes, actitudes o personalidad porque las personas cambiamos, evolucionamos y nos transformamos día a día. Las generalizaciones pueden aplicarse a leyes físicas o mecánicas, no al comportamiento de las personas. Y eso, lo aprende en un proceso de coaching en el que descubre otra mirada de si misma, en el que descubre que las generalizaciones solo eran ciertas cuando ella creía que lo eran. Y acompañada por su coach encuentra el "antídoto" contra sus creencias limitantes. 


3 de abril de 2013

Y a mi, ¿qué me motiva?



Supongo que recuerdas algún momento de tu vida en el que alguien te ha sugerido hacer algo y tú has pensado (y dicho quizá) “a mí eso no me motiva” “no me llama la atención” “eso no es para mi”

Sería muy positivo que cada persona, en su búsqueda de claves que pueden ayudarle a tener un mayor bienestar, supiera, conociera sus propias fuentes de motivación. Cuanto mayor sea nuestro autoconocimiento, más sencillo nos resultará encontrar opciones, salidas, posibilidades para hacernos la vida más sencilla o para ser más felices (en el trabajo, en nuestras relaciones, etc)

Así, nos encontramos con personas a quienes les motiva lograr algo (se ponen retos, metas y lograrlo es su fuente de motivación). A otras, en cambio, lo que les motiva es la afiliación, es decir, formar parte de algo, las relaciones interpersonales. Por último, algunas personas encuentran su fuente de motivación en el poder, es su capacidad de influir, a ser reconocidos por su importancia por otras personas. [1] En realidad, a todas las personas nos motivan estos tres factores, pero cada persona tenemos una predominancia.

¿Te identificas con alguna de estas fuentes de motivación? ¿Con alguna más que con otras?


También te puede ayudar reflexionar u observar lo siguiente:
  •  ¿Cuándo me siento motivado/a?
  • ¿Me sucede a menudo? ¿Cuántas veces al día, a la semana, al mes?
  • ¿Concretamente con qué identifico esos momentos? (trabajo, ocio, familia,…..)
  • ¿Cuándo me siento motivado/a, con qué concretamente identifico ese momento? (relaciones interpersonales, reconocimiento, trabajo creativo….)
  • La fuente de mi motivación ¿viene de fuera habitualmente? O ¿tal vez es interna más a menudo?
  • ¿Siento que contagio a los demás mi motivación? ¿Cuándo? ¿De qué manera lo hago?
  • ¿Siento que los demás me contagian su motivación? ¿En qué momentos? ¿Cómo lo hacen?


Preguntar es uno de los principales recursos que utilizamos en Kaiden, tanto en nuestros cursos y talleres, como en los procesos de coaching. Las preguntas son el vehículo que nos acercará a quienes somos realmente.


[1] Los tres factores de motivación según David McClelland

1 de abril de 2013

El cambio siempre es posible


El cambio no sólo siempre es posible, sino que es inevitable. Más personas de las que creemos tienen la siguiente creencia: “la gente no cambia” “con esa edad ya no se cambia” “no voy a cambiar ya a mi años” y suma y sigue.

Estas personas no creen en su posibilidad de cambio y tampoco creen que las demás personas puedan hacerlo por lo que me imagino viven en una falsa ilusión de lo estático, de lo inamovible, casi de lo eterno.

La cuestión es que la vida, aunque no lo perciban o quieran hacerlo, les muestra cada día que nadie somos la misma persona que ayer, ni sentimos lo mismo, ni queremos y necesitamos lo mismo.

Cuando, de repente, algo en su mundo exterior cambia significativamente (y ahora si perciben ese cambio) y ese cambio no les gusta, les resulta incómodo o perjudicial, entonces, su firmes y sólidas estructuras (fijas, inflexibles, inamovibles) sienten un terremoto bajo sus pies y se resisten al cambio. “Esto no puede ser, no puede estar pasando, esto no puede cambiar, no me pueden hacer esto, no me lo merezco”. A mi me ha pasado, por lo que no hablo de oídas.

No creer que el cambio es posible o no querer cambiar son, en realidad, las 2 caras de la misma moneda. Y la moneda se llama “zona de confort”. El espacio vital donde nos sentimos seguros/as aunque no sea la zona deseada o soñada. La zona de confort es conocida y la tenemos “controlada”.

Seguro que has visto personas que se muestras insatisfechas, que se quejan, que se sienten desdichadas y que cuando les planteas un cambio te miran como si hubieran visto un extraterrestre.

Esas personas están ancladas, se aferran a su zona de confort. Todas las personas, en mayor o menor medida lo estamos. Lo que quizá nos diferencia es el tamaño de esa zona de confort, las veces que salimos de ella, si lo hacemos por propia iniciativa o forzados/as por los acontecimientos y cómo vivimos (cómo nos la contamos) esa experiencia.

Un proceso de coaching nos va a ayudar a conocer nuestra zona de confort y su impacto en nuestra vida. ¿Cuántas veces te has planteado un cambio, lo has intentado pero finalmente todo ha vuelto a como era antes? La zona de confort tiene una gran utilidad y es hacernos la vida más sencilla y fácil, pero en realidad es un gran imán que nos hace más difícil cambiar. Y ya sabemos que si hacemos lo mismo es difícil obtener resultados distintos.

En un proceso de coaching descubriremos nuestra facilidad para salir de nuestra zona de confort, las resistencias que tenemos, quizá los miedos que nos bloquean, las creencias que no ayudan.

También tomaremos conciencia que esa zona de confort fue antes una zona de riesgo. No nacimos en esa zona de confort, sino que ha sido el resultado de múltiples cambios. ¿Por qué si antes pude cambiar ahora no voy a poder hacerlo? ¿Cómo tendría que actuar para hacer que esos cambios me resulten más sencillos?

Un proceso de coaching es un buen primer paso para escucharse, para observarse, para conocerse, para atenderse, para quererse, para hacerse la vida y los cambios más amables.