26 de septiembre de 2012

¿Qué cultivamos con nuestras palabras?

Cultivamos relaciones duraderas, basadas en el apoyo mutuo, en la expresión emocional, en la empatía y en la escucha amable. 

También podemos cultivar relaciones basadas en la desigualdad, en la evaluación y en la emisión de juicios de valor. 

Elegimos comunicarnos de una manera o de otra con las personas de nuestro entorno, aún so no lo hacemos de manera activa, aún si nos dejamos llevar por hábitos o modelos de manera inconsciente. 

Una forma de comunicar construyendo es seguir los cuatro pasos del modelo de Comunicación no Violenta de Marshall B. Rosenberg

1. Observamos un acto;
2. Percibimos nuestros sentimientos y emociones sobre lo observado;
3. Tomamos conciencia de nuestras necesidades, valores, deseos, que dan origen a esos sentimientos y emociones;
4. Generamos acciones concretas que enriquecen nuestra vida y quizá las de otras personas. 

¿Parece fácil no? ¿Lo hacemos habitualmente? 

Existe una manera de expresión más común que no parte de la observación, sino de la evaluación y quizá no siempre somos conscientes de cuando la usamos. 

Por ejemplo, no es lo mismo decir "eres demasiado generoso" que "cuando te veo darle a alguien el dinero para tu almuerzo, creo que eres demasiado generoso", o bien "Pedro siempre posterga las cosas" en lugar de decir "Pedro sólo estudia para los exámenes la noche anterior". 

Algunas palabras nos indican con facilidad cuando estamos emitiendo una evaluación, por ejemplo siempre, nunca, a menudo, rara vez, mal, bien.... ¿Utilizas algunas de ellas cuando te comunicas? ¿Por qué otras palabras puedes sustituirlas? 

Ojo, no queremos decir que las palabras sean las que emiten el juicio, ellas son neutras, ellas existen con algún fin, somos las personas quienes decidimos usarlas de una u otra manera. 

Recomendamos el libro de Marshall B. Rosenberg "Comunicación no violenta. Un lenguaje de vida" en el que, de manera sencilla, clara y elocuente, nos guía hacia otra forma de comunicarnos. Esperamos que si eliges leerlo, lo disfrutes tanto como nosotras. 

19 de septiembre de 2012

Nadie se hace a si mismo

Este es el título de la entrevista que le hacen a Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, en la contra de la Vanguardia del día 18 de septiembre de este año.


“A los ricos les gusta pensar que merecen su fortuna. Y a los herederos hay que reconocerles que han sabido elegir a sus padres. Pero lo cierto es que nadie se hace a sí mismo”

“Nadie es fruto de su único esfuerzo”

Me gustaría rescatar estas ideas para reflexionar sobre lo que somos, hacemos y conseguimos. Vivimos en una sociedad que nos invita a pensar y creer que todo depende de nosotros, que si nos esforzamos lograremos nuestros sueños y propósitos.

Y, aunque comparto en parte esa creencia, echo en falta hablar de otros conceptos que ayudarían a gestionar mejor esta idea.

Somos quienes somos gracias, entre otras cosas, a la educación que recibimos, la formal y la no formal. Al entorno donde crecimos. A las cosas que nos dijeron y creímos. A las oportunidades que se cruzaron en nuestro camino (unas buscadas, si, pero otras muchas, no nos engañemos, llegaron sin pretenderlo nosotros). A las personas que nos ayudaron y creyeron en nosotros. Y a los que no. Somos quienes somos gracias a muchos elementos que se escapan a nuestro control y a nuestra decisión.

Negar que las circunstancias nos influyen y forman parte de lo que somos puede generar muchas frustraciones y negaciones.

Dicho esto, también creo que una de las cuestiones que define muy bien a las personas es precisamente cómo gestiona y cómo sale parado de todas esas circunstancias. Nos influyen, pero no son determinantes, no son definitivas.

Por eso me ha gustado tanto que alguien que ha sido premio Nobel, que nació en una familia modesta, que se educó en una escuela pública y gratuita, diga que “nadie se hace así mismo”.

¿Qué personas han influido significativamente en tu vida?
¿Quiénes te han ayudado a ser quien eres?

Aprovecho aquí, para dar las gracias a tod@s l@s profesor@s y educador@s de la escuela pública.



13 de septiembre de 2012

¿Qué paradigmas quieres cambiar?

Hemos señalado ya la idea en varios de nuestras publicaciones, la importancia que tienen los modelos en el aprendizaje para las personas. 

No solo aprendemos imitando a otras personas (modelaje), sino que generamos una serie de teorías o ideas que se transforman en modelos o paradigmas sobre determinados aspectos de la realidad en la que vivimos. 

El paradigma productivo, por ejemplo, con el que hemos crecido, ha ido cambiando. Nos ha enseñado que las personas somos componentes esenciales de una organización creada para producir un bien determinado que no sería posible sin la unión de diversas fuerzas físicas, intelectuales, organizativas y gestoras, entre otras. 

También hemos aprendido que las personas, a través de nuestro desarrollo profesional, podemos lograr la felicidad, la satisfacción, la realización, el bien común y el propio. 

Si observamos todos los modelos, teorías o ideas que constituyen nuestro paradigma sobre el trabajo ¿Nos sentimos identificad@s? ¿Nos sentimos satisfech@s o realizad@s? 

Es probable que en este momento histórico, esté influyendo la idea, tan repetida "en los tiempos que corren" o "con la que está cayendo", me conformo con cualquier cosa. 

¿Qué implica esa idea en mi manera de ver, valorar y actuar sobre mi entorno? ¿Es así como quiero desarrollarme? 

Como decía Stephen Covey "cuanto más apegada esté una persona a su percepción inicial, más poderosa será la experiencia "¡Eureka!". Con esta frase, nos habla de lo que se genera cuando cambiamos nuestro paradigma sobre alguna cosa. Cuando se genera un cambio interno que nos ayuda a ver la realidad de distinta manera, desde otro ángulo y por lo tanto llena de posibilidades inexistentes previamente. El cambio de paradigma, según el autor, genera poderosas transformaciones, permitiéndonos cambios profundos, motivadores y duraderos. Cambios posibilitadores, nuevos,  renovadores. Permitiéndonos hacer cosas que antes no hacíamos, pensar de otra manera y ver posibilidades donde antes solo veíamos obstáculos. 

Si los paradigmas actuales sobre nuestro desarrollo profesional, sobre el trabajo o el sistema productivo están influyendo en nuestras actitudes, conductas y relaciones con las demás personas de una manera que no nos satisface, ni nos realza ¿qué podemos hacer? 

Te proponemos revisar algunos de estos paradigmas, romper con la tradición, con los viejos modos de pensar, con los paradigmas antiguos y generar unos nuevos, unos que sí hablen de ti, que síi te reflejen y que te encaminen hacia dónde quieres estar ahora, hacia donde te gustaría estar en un futuro próximo. 

¿Un reto motivador? ¿Quizá también complejo? No eres la única persona que siente miedo al leer esto. Tampoco tienes por qué afrontar el cambio tu sol@. Una opción: en el próximo taller de Kaiden, los días 21 y 22 de septiembre, nos centraremos en abrir la mirada y aprender a ver posibilidades y oportunidades en las dificultades. Pondremos en valor nuestras capacidades y experiencia profesional para buscar cuál es nuestro propio paradigma, desde el cual empezar a construir mi verdadero desarrollo profesional. ¿Te apetece compartir esto con nosotr@s? 


5 de septiembre de 2012

Si no es ahora...¿Cuándo?


Pasamos mucho tiempo pensando o proyectando en el futuro. Imaginando cómo será nuestra vida.

Restando valor al presente, a lo que hacemos, tenemos, sentimos o somos, imaginamos un futuro distinto y lo valoramos como algo mejor (en el mejor de los casos)

Puede que nos sirva para impulsarnos, para motivarnos a lograr algún objetivo que nos ilusiona y que consideramos nos hará felices.

En muchas ocasiones, comparamos nuestro presente, nuestra realidad con ese futuro imaginado y entonces, depositamos en ese futuro nuestra felicidad, nuestro bienestar, olvidando que sólo ahora podemos ser, sólo ahora podemos sentir, sólo ahora podemos amar, sólo ahora.

Os dejo un cortometraje, que en apenas 3 minutos, nos muestra esto de lo que os hablo.



No se trata, por tanto, de no querer mejorar o cambiar, de no tener proyectos, sueños o ilusiones, sino que éstos no te resten ni un poquito de conciencia de tu presente, de lo que estás viviendo en estos precisos instantes, que no te impidan valorar y disfrutar, en la medida de tus posibilidades, de lo que estás viviendo en estos momentos.

Cada momento, cada instante, es irrepetible. Muchas veces dejamos que se nos escape, como el agua entre las manos, pensando que encontraremos fuentes mejores en el camino. Bebe, vive.