Pasamos mucho tiempo
pensando o proyectando en el futuro. Imaginando cómo será nuestra vida.
Restando valor al
presente, a lo que hacemos, tenemos, sentimos o somos, imaginamos un futuro
distinto y lo valoramos como algo mejor (en el mejor de los casos)
Puede que nos sirva
para impulsarnos, para motivarnos a lograr algún objetivo que nos ilusiona y
que consideramos nos hará felices.
En muchas ocasiones,
comparamos nuestro presente, nuestra realidad con ese futuro imaginado y
entonces, depositamos en ese futuro nuestra felicidad, nuestro bienestar,
olvidando que sólo ahora podemos ser, sólo ahora podemos sentir, sólo ahora
podemos amar, sólo ahora.
Os dejo un
cortometraje, que en apenas 3 minutos, nos muestra esto de lo que os hablo.
No se trata, por
tanto, de no querer mejorar o cambiar, de no tener proyectos, sueños o
ilusiones, sino que éstos no te resten ni un poquito de conciencia de tu
presente, de lo que estás viviendo en estos precisos instantes, que no te
impidan valorar y disfrutar, en la medida de tus posibilidades, de lo que estás
viviendo en estos momentos.
Cada momento, cada
instante, es irrepetible. Muchas veces dejamos que se nos escape, como el agua
entre las manos, pensando que encontraremos fuentes mejores en el camino. Bebe,
vive.
No hay comentarios:
Publicar un comentario