20 de febrero de 2013

La gala de los Goya y 5 lecciones de vida.


No tengo por costumbre ver ninguna gala de premios, pero reconozco que hay algo en la gala de los Goya que me engancha si comienzo a verla.

Me gusta especialmente ese momento de emoción que sienten las personas premiadas, sobre todo las que no están acostumbradas a ese reconocimiento, o aquellas que llevan mucho tiempo “luchando” por su sueño y finalmente llega el premio o aquellas para los que ese premio será la gran oportunidad para poder seguir viviendo de ese sueño que es su vocación y pasión. Lo reconozco, si, me emociona profundamente ese momento.

Además de esos momentos emotivos, este domingo tenía interés en ver cómo realizaban sus críticas y reivindicaciones respecto a la política cultural, educativa, fiscal, etc.

Todavía no entiendo por qué a mucha gente le molesta (y tanto) que los y las profesionales del sector audiovisual, aprovechando su fiesta y que hay millones de personas viéndolos y escuchándolos, reivindiquen lo que consideran justo y necesario para su sector. ¿No haríamos, cada uno de nosotros, lo mismo, si tuviéramos un escaparate y una proyección similar? ¿A quien molesta escuchar lo que otros piensan? ¿Qué problema hay en decir lo piensas?

Se puede o no estar de acuerdo con sus reivindicaciones, pero censurar que las hagan me parece tan negativo como esa corriente social que nos pide que no expresemos en público nuestras emociones.

Viendo la gala de los Goya me quedo con estas 5 lecciones para la vida, el trabajo, las relaciones…

1- Expresar tus emociones te permite regularlas, transitarlas.
Dicen que a la gente le cuesta expresar emociones como la tristeza o la ira o enfado, pero además soy de la opinión que hay muchas personas a las que incluso les cuesta expresar la alegría o el afecto. Vivir acorazado, quizá te proteja de sentirte dañado pero también te evita sentir en toda su intensidad las emociones agradables. Expresar tus emociones te permite que éstas aparezcan y desaparezcan proporcionándote información, sin quedarse bloqueadas y estancadas dentro de ti.

2- Expresar tus emociones te permite vivir de una manera auténtica.
La autenticidad se basa en la coincidencia entre lo que haces, dices, piensas y sientes. Si no expresamos nuestras emociones bloqueamos vivir con autenticidad y la posibilidad de que las personas que nos rodean sepan quienes somos en realidad.
Es más, incluso diría que más allá de que no te conozcan quienes te rodean, llega un momento en que incluso no te conoces a ti mismo, a ti misma.

3- Expresar tus necesidades y hacer peticiones.
Cuando conectamos con nuestras emociones somos capaces de identificar nuestras necesidades. Una vez que sabemos qué necesitamos, podemos, si así lo estimamos oportuno, hacer peticiones a nuestro entorno. Es saludable ser capaz de hacer peticiones, defender tu espacio y tus límites, pedir cambios, de una forma no violenta, sabiendo que pueden decirnos que no y asumiendo las consecuencias.

4- El reconocimiento es una fuente de motivación.
Que sólo una persona sea la premiada en cada categoría evidencia que hay competencia, pero no necesariamente supone algo negativo. Que te reconozcan tu trabajo (frente a otros también muy buenos) supone algo que todas las personas necesitamos y que deberíamos hacer con nuestro entorno. ¿Reconozco lo positivo que tienen o hacen las personas de mi entorno? ¿Cómo hago ese reconocimiento? ¿Qué reconocimiento no tuve y creo que me merecí?


5- El agradecimiento es regalar tu felicidad.
Y aquí enlazo con la primera parte del post. Cuando tienes la oportunidad de agradecer lo que has recibido, de repente te sientes una persona completa, llena y es como si tuvieras que regalar tu felicidad, repartirla, compartirla. ¿Recuerdas la última vez que agradeciste algo a alguien? ¿Cómo te sentiste? ¿Cómo se sintió la otra persona?

Me quedo con la sensación que tengo desde hace tiempo que cada momento es una fuente inagotable de aprendizajes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario