5 de agosto de 2013

Las emociones y el coaching II

¿Quien espeja a quien?
Ya escribí hace semanas sobre cómo se puede trabajar desde el Coaching las emociones que tiene el cliente (coachee) en un proceso de cambio.

Hoy prefiero hacerlo sobre las emociones del coach, es decir, de la persona que apoya o ayuda durante el proceso.

A veces creemos que la persona que escucha (y devuelve preguntas clarificadoras, cuestiona, espeja...) no siente nada durante el proceso. Creemos que un/a buen/a profesional es quien no se le "mueve la vela" ante lo le sucede al coachee, que no puede dejarse afectar.

Pensar así o creerlo o pretenderlo en todos los casos y situaciones es poco realista, además de generar unas expectativas muy alejadas de la realidad.

En cualquier relación de ayuda (y el proceso de coaching lo es) se asume, por parte del/a profesional, el "riesgo" de sentir emociones mientras estás escuchando y apoyando al cliente. Sentir emociones porque lo que te está contando de alguna manera te habla de ti, de tus necesidades, de tus proyectos, de tus ilusiones, de tu propia realidad.

No hablo de contagio emocional, necesariamente, sino de la realidad que supone que la persona que apoya o ayuda a otras también vive sus propios procesos personales y hay que saber qué parte es mía (como profesional) y qué parte tiene que ver con el cliente o coachee.

Desde que tengo la oportunidad de trabajar con personas y sus procesos de cambio me doy cuenta que mi crecimiento es exponencial. Como coach, espejo a mis clientes, pero ellos y ellas me muestran (sin saberlo) tantas cosas de mi que no puedo estar más que agradecida.

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