Para muchas personas, llega septiembre y eso es sinónimo de
regresar a aquello que se dejó al tomarse unos días de vacaciones.
Unas veces, ha sido tal el grado de desconexión que cuesta
el proceso de adaptación, otras, ha sido tan potente y extraordinario lo
vivido, que la rutina nos sabe a poco, nos resulta algo insulsa comparada con
tanta actividad, con tantos buenos momentos, con tantas experiencias acumuladas en
unos pocos días.
Supongo que nos pasaremos semanas leyendo artículos y
escuchando noticias acerca del síndrome postvacacional, con miles de consejos
para llevarlo lo mejor posible.
Para no ser repetitiva, a mi me gustaría centrarme en algo
que estoy aplicando este año y que me está sentando bien (porque si, me
encanta mi trabajo, pero tengo que reconocer que hubiera prolongado mis
vacaciones unas semanitas más).
En las últimas semanas he escrito en un cuaderno algunas
conclusiones de mis vacaciones respondiendo algunas preguntas:
¿Qué he hecho y qué no he hecho durante las vacaciones que
me ha sentado tan bien?
¿Cómo me he relacionado que me ha sentado tan bien?
¿En qué entornos me he movido, qué tipo de lugares he
frecuentado que me ha sentado tan bien?
¿Qué tipo de conversaciones he mantenido y cuales no han
aparecido en ningún momento?
¿En qué he pensado, dónde he estado (en el presente, en el
pasado o en el futuro) la mayor parte del tiempo?
¿Cómo me he alimentado, qué hábitos he tenido que me ha
sentado tan bien?
Una vez respondidas a éstas y otras similares preguntas, me
he hecho una última:
¿Cómo puedo incorporar esto a mi vida cotidiana, a mí día a
día? ¿De qué manera puedo prolongar ese bienestar, sabiendo que tengo
obligaciones y compromisos que no tenía cuando estaba de vacaciones? ¿Qué puedo
acercar a mi vida y qué debo alejar para mantener ese estado de paz y alegría
que he tenido durante tantos y tantos días? ¿Qué puedo trasladar, qué puedo replicar, qué puedo adaptar?
No digo que estas preguntas sean la panacea o solución para hacer más
llevadero la vuelta a la cotidianidad, pero si creo que pueden servir para
hacer de nuestra vida cotidiana una vida más plena y así no esperar a que lleguen
las próximas vacaciones.
Ya sabes, que las preguntas son la base de un proceso de
coaching, si quieres que una profesional te formule las preguntas justas y adecuadas para
hacer más fácil tu proceso personal, sólo tienes que ponerte en contacto con
nosotras y te facilitamos la primera sesión de manera gratuita.
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