Dicen que los cambios son posibles cuando, en
la balanza, muchas veces inconsciente, pesa más el futuro que el pasado. Dicho
de otro modo, es más importante para ti lo que quieres lograr con ese cambio
que lo que puedas perder.
Resulta casi inevitable, en la gran mayoría
de los cambios, perder o renunciar a algo. Y muy probablemente, hasta que no
realicemos el cambio de manera real, no seamos conscientes de todo a lo que
tendremos que renunciar.
Recuerdo que cuando tomé la decisión de dejar
un empleo estable, con una remuneración que me permitía vivir con holgura y
unos compañeros y compañeras que en muchos casos se habían transformado en
amig@s, sabía con claridad que a lo que más me costaría renunciar sería a las
personas. En realidad, era lo único que tenía importancia en ese momento.
Afrontas el cambio con ilusión (y con cierto
miedo e incertidumbre, claro está), pero también con cierta pena. En realidad
es un proceso de duelo complicado de comprender pues has elegido tú renunciar a
lo que también te proporcionaba bienestar.
En aquel momento no sabía con certeza cual
sería mi futuro profesional, aunque un tiempo de reflexión y formación me ayudó
a tomar la decisión de crear Kaiden, junto a Beatriz Holguín, donde he conseguido crecer
personal y profesionalmente.
Con el paso del tiempo, sin casi pretenderlo,
algunas de esas personas a las que sabía que echaría de menos, han ido
incorporándose de nuevo en mi vida profesional.
Y por eso me planteo si realmente se rompe
con el pasado o éste vuelve en forma de presente. Regresa envuelto de nuevos
proyectos, ilusiones, formas y maneras. Regresa porque ese pasado estaba basado
en relaciones honestas y reales. Regresa porque sembramos y regamos unas
semillas que, aún habiendo pasado más de 4 años, quieren germinar y florecer.
Y esto me recuerda a la flor del loto, que
dicen pueden estar las semillas sin florecer más de 30 años en el fondo de
cualquier pantano o el bambú que durante los primeros 7 años no asoma por la
superficie, al estar fortaleciendo sus raíces y en el octavo año crece y crece
sin parar. Bueno…en realidad, está sin parar de crecer desde el primer minuto,
aunque no lo veamos desde fuera.
¿No es el pasado lo que hemos sembrado? ¿No
somos fruto, en gran parte, de lo fuimos? ¿Somos conscientes que ahora, en el
presente, también estamos abonando el futuro? ¿Qué quieres que suceda mañana?
Quizá es el momento de sembrar hoy.
Totalmente de acuerdo. Creo que no solemos pensar en ello, sin embargo lo que somos tiene mucho que ver con lo que hemos ido haciendo y viviendo en nuestro pasado y creo que en parte, por eso, proyectamos determinados retos y objetivos para el futuro. Está todo conectado. Encantada de formar parte de este proyecto presente con un alto potencial de futuro y que se nutre, en parte, de lo que ya ha pasado....!!!
ResponderEliminar