2 de julio de 2014

Algunas verdades y algunas mentiras

Este pasado fin de semana, en una magnifica "fiesta" rural, es decir nos juntamos un grupo de personas en una casa rural de un pueblo segoviano a charlar, comer, charlar, seguir comiendo y seguir charlando y riendo, conocí a personas maravillosas con las que compartí conversaciones de diversos temas. 

En una ocasión surgió el tema laboral y como no el coaching. 

Lamentablemente, la persona que contó su experiencia en un curso aparentemente sobre coching, tenía un sabor bastante amargo sobre el tema. Y ha sido esta conversación la que me ha inspirado a escribir sobre algunas verdades y algunas mentiras que encontramos relacionadas con el término y especialmente con la profesión de un/a coach. 

Es verdad que el término puede generar cierta ambigüedad en nuestra lengua y esta ambigüedad está permitiendo que se utilice de manera engañosa en muchas ocasiones. Se equipara al término entrenar, entrenamiento y entrenador que permite llevar a cabo distintas acciones que nada tienen que ver con el coaching como profesión. 

Es verdad que puede faltar claridad en la definición de lo que es esta profesión, quizás por su novedad, quizás por la diversidad de enfoques o por la falta de unión entre escuelas y asociaciones que regulan la profesión. Quiero pensar que estamos recorriendo un camino que nos hará ver la necesidad de aunar visión y acción para construir un espacio común fácilmente defendible del intrusismo. En este caso además considero que este intrusismo puede ser muy peligroso y puede llegar a generar daño en las personas. 

En la experiencia que me relataron el pasado sábado aparecían elementos que un/a coach jamás, JAMÁS, utilizaría, como por ejemplo, el juicio. Si estás trabajando en algún proceso individual o grupal y la persona que se dice ser coach te tilda de egoísta, miedosa/o, o cualquier otro juicio de valor, no estarás frente a un/a coach profesional ni serio/a. El juicio no entra en un proceso de coaching, dado que el foco no es el/la profesional sino el/la cliente. No busca despertar la conciencia a costa de lo que sea, sino apoyar una visión de crecimiento y empoderamiento en el/la cliente. 

En un proceso de coaching, la persona que tienes delante te propondrá tareas, no te obligará a hacer nada a costa de emitir juicios por elegir no hacerlo o por hacerlo de determinada manera. 

En un proceso de coaching no será tu coach quien hable todo el tiempo, quien te cuente su experiencia o sus éxitos, esto lo podrá hacer solo en la primera sesión, para que puedas conocerlo/la. En una sesión de coaching serás tú quien hable y la persona que se siente delante de ti te hará preguntas o quizás alguna observación y propuestas. 

Un proceso de coaching te ayuda a florecer desde quien eres, no desde donde el/la coach quiere verte. ¿Qué pensarías si de una semilla de roble naciese un árbol de nísperos? ¿Si de un rosal, naciese una dalia? Lo que surge en las sesiones de coaching solo puede tener que ver contigo, con la persona maravillosa que eres y sobre quien puedes llegar a ser al enfocarte en tus fortalezas y al despojarte de lo que tú quieras despojarte. Si eres un roble, seguirás siéndolo con o sin coaching. 



Este vídeo ya lo hemos utilizado en otras ocasiones en Kaiden. Te invito a disfrutar de nuevo del nacimiento de un roble. 


El 27 de mayo de 2013 publicamos una entrada relacionada con algunas distinciones bajo el título: ¿Un/a coach te dice lo que debes hacer? por si te apetece revisarla.  

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