Había una vez un carpintero que se especializaba en el
armado de casas. Trabajaba para un empresario que le proporcionaba los paneles
premoldeados; él los ensamblaba, les remachaba las juntas, levantaba la casa y
alistaba los detalles.
Un día, el carpintero decide que ya ha trabajado lo
suficiente y que es la hora de dejar su tarea. Así que va a hablar con el
empresario y le cuenta que se va a jubilar. Como aún le quedaba una casa por
terminar, le advierte que éste será su último trabajo y que luego se va a
retirar.
—¡Qué lástima! —dice el empresario—, usted es un buen
empleado... ¿No quiere trabajar un poco más?
—No, no, la verdad es que tengo muchas cosas para hacer,
quiero descansar...
—Bueno.
El señor termina de hacer la supuesta casa, va a despedirse
del empresario y éste le dice:
—Mire, hubo una noticia de último momento, tiene que
hacer una casa más. Si me hace el favor... No tiene más nada que hacer...
Dedíquese exclusivamente a hacer esta última casa, tómese el tiempo que sea
necesario pero, por favor, haga este último trabajo.
Entonces el carpintero, fastidiado por este pedido, decide
hacerla. Y decide hacerla lo más rápido que pueda para ir a descansar, que era
lo que él en realidad quería. Ya no tiene nada que defender, va a dejar el
trabajo, ya no tiene que buscar la
valoración de los demás, ya no está en juego su prestigio ni su dinero, ya no
hay nada en juego porque él está amortizado. Lo único que quiere es hacerla rápido.
Así que junta los paneles entre sí, los sujeta sin demasiada
gana, usa materiales de muy baja calidad para ahorrar el costo, no termina los
detalles, hace, en suma, un trabajo muy pobre comparado con lo que él solía
hacer. Y finalmente, muy rápido, termina la casa.
Entonces va a ver al empresario y éste le dice:
—¿Y? ¿La terminó?
—Sí, sí, ya terminé.
—Bueno, tome... coloque la cerradura, cierre con llave y
tráigamela.
El carpintero va, pone la cerradura, cierra con llave y
regresa. Cuando el empresario toma la llave, le dice:
—Este es nuestro regalo para usted...
Aprovechando este cuento de Jorge
Bucay, podemos hacernos algunas preguntas:
-
¿Eres consciente de que cada día construyes tu
mundo, tu realidad (personal y profesionalmente)?
-
¿Qué energía, motivación, ilusión, calidad le
pones a eso que construyes?
-
¿Dónde estás poniendo el foco?
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