3 de noviembre de 2015

Incluso en tierra yerma, la creatividad es posible.

Nos ponemos en modo investigador y hacemos un símil. 

Si eres de las personas que ven documentales de naturaleza, de viajes, de los contrastes que existen en nuestro planeta, alguna vez te habrás sorprendido viendo como en muchos de los desiertos más áridos, existe vida. 

En el mundo organizacional, ¿qué sería uno de estos desiertos áridos e inhóspitos? Espero que no estés pensando en  la tuya....

Un terreno árido para el desarrollo, la creatividad, el crecimiento, la calidad, o la excelencia es una organización dirigida por el miedo por ejemplo, ese espacio en el que no sabes nunca cual será el motivo de una bronca descomunal. También puede ser un espacio en el que prime la apatía, la desmotivación, cuando nada cambia, todo se hace siempre igual, aunque no funcione. Una organización yerma es aquella en la que las resistencias al cambio son absolutas y rigen el día a día de sus trabajadores y trabajadoras. 

E incluso en estas organizaciones, existe vida, existe creatividad. Las personas necesitamos "jugar" a crear, a inventar y algunas más que otras. Tomemos como ejemplo a Joe, ejemplo de personalidad autotélica del libro "Fluir. Una psicología de la felicidad" de Mihaly Csikszentmihalyi, en tres o cuatro páginas nos habla de un soldador en una planta industrial en Estados Unidos y de cómo esta persona con su método de identificación empática es capaz de arreglar cualquier avería en una máquina, como disfruta haciendo su trabajo que otras personas considerarían rutinario y de  como disfruta de un proyecto personal en el que trabaja diariamente en lugar de ir al bar a "despotricar" con los colegas de trabajo. 

Lo que parece diferenciar a Joe, además de su sistema personal para encontrar y arreglar las averías, es una potente visión creativa y una capacidad para concentrar su atención y energía en el momento presente, en la tarea que asume como si se tratase del mayor de sus retos vitales, sin importar que esto se repita día a día. Es decir, la vivencia de lo habitual, como momento único, sin enfocarse en lo alienante de ella. Me parece simplemente un magnifico ejemplo de lo que es pensar y vivir con Mindfulness en el trabajo. O como explica el propio Csikszentmihalyi, en el vídeo de Ted que te he enlazado más arriba (en su nombre), se trata de un ejemplo de vivir cada momento y cada tarea no como algo rutinario sino como un momento de éxtasis. De conexión mental y emocional con nuestra visión y propósito en la vida. Esa capacidad de fluir necesita que nos desprendamos de vivir lo habitual como rutinario y aburrido, necesita que prestemos atención plena a lo que estamos haciendo ahora mismo (leer, escribir, respirar,...). 

Fluir requiere por lo tanto que nos involucremos en la tarea de manera absoluta, una conexión tan profunda que puede hacernos sentir que estamos "en otra realidad", fuera de mi cuerpo. Asimismo requiere saber qué es lo que "se debe de hacer", es decir, poseer el suficiente conocimiento y entrenamiento técnico para poder ser creativa a partir de allí. Sentirnos capaces, sabernos capaces de afrontar la tarea o reto. Poder estar fuera de tus preocupaciones, de tu ego, de tus necesidades, es decir estar en un estado de serenidad personal. Y por último, necesitamos de una motivación intensa y despreocupación por el paso del tiempo. 

Fluir en el trabajo y en la vida, por lo tanto, está al alcance de todas las personas. ¿Son todas las organizaciones facilitadoras de este estado? ¿Son todas las personas capaces de autogestionarlo? Quizás no, quizás ese es el motivo para el cual existimos las organizaciones expertas en enseñar, facilitar y entrenar estas capacidades en las organizaciones, en los equipos de trabajo, en las personas. 

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