Creemos en los cuentos de hadas, en las loterías, en príncipes y princesas azules y multicolores. Creemos en héroes, heroínas, villanos y villanas. Creemos en cuentos y soluciones mágicas en forma de poción, premio o hecatombe que viene o se sucede "desde fuera".
¿Qué hay detrás de esto? Por un lado una falta de confianza personal, una creencia en que las grandes soluciones vienen de fuera y así aliñamos nuestra vida y nuestro trabajo con unas expectativas poco naturales, poco realistas y poco centradas en uno, una, mismo/a.
También existe y más hoy en día, una debilitadísima capacidad para gestionar la frustración, una pobre aceptación de la realidad, más allá de mis capacidades (y limitaciones) y una falsa visión "super positivista" del mundo.
Podríamos echarle "la culpa" a las películas de Walt Disney o a las películas en general, en las que se nos presentan soluciones y pócimas mágicas sin parar y siempre vienen de alguien ajeno al protagonista (o casi siempre). Podríamos echar "la culpa" también a la nueva moda del positivismo extremo que a mi modo de ver es una mala (malísima) interpretación de la psicología positiva y nos invade con mensajes del tipo "por más lejos que estén tus sueños, nunca dejes de perseguirlos", o "agradece los errores que tanto te enseñan", o "el límite está en tu imaginación (lease en ti)", etc., etc. Algunas veces nos sentimos mal, nos enfadamos, tenemos ganas de llorar, de tirar la toalla y de pedir un hombro prestado para quejarnos, llorar o despotricar...y está bien, es algo necesario y sobre todo natural.
La verdad, es que los cuentos de hadas se crearon con un motivo educativo, cuando no existían las escuelas, y pretendían aleccionar a niños, niñas y no tan pequeños en unos preceptos morales, éticos, cultura del esfuerzo y del miedo. Afortunadamente hoy tenemos escuelas, sean mejores o peores que se ocupan de estos menesteres. Así que ¿qué nos queda?
Nos dicen en la prensa y en todos lados que la asignatura pendiente en nuestro sector productivo es justamente la productividad. Que si nos pareciésemos más a Alemania u otros estados "otro gallo nos cantaría". Nos dicen lo que nos falta, en lo que suspendemos, a lo que no llegamos, según le rasero de un agente externo...¿Y qué nos dicen acerca de qué hacer o cómo? ¿De dónde generar las soluciones o los cambios? Algunos artículos señalan al sector PYME como el objetivo en el que poner la lupa o la linterna y a quien se debe "ayudar" a mejorar su productividad, su innovación, su gestión de personas desde la gestión de los talentos. Y si, probablemente tengan razón...
Probablemente nuestras PYMES carecen de seguridad, se sienten como Cenicienta sin Hada Madrina, como Pinocho sin un Gepeto que los saque de las profundidades de la ballena. Y luchan y pelean, a veces contra el enemigo exterior (impuestos, falta de créditos, exigencias administrativas, limitaciones para la exportación, etc...) y otras terminan con una encarnizada lucha interna (marketing contra comerciales, administración contra financieros y recursos humanos contra todos o contra ninguno).
Desde Kaiden no tenemos todas las respuestas para las PYMES, aunque si tenemos una invitación: te invitamos al menos hoy, a hablar con el corazón, a escuchar con el alma y sin prejuicios y a enriquecerte de las personas que tienes a tu lado. Es muy probable que algunas de las respuestas a tus grandes miedos y gigantes se encuentren en las cabezas, corazones y almas de las personas que tienes a tu lado. Es muy posible que de esas ideas locas que se le ocurre a algún compañero o compañera pueda surgir una solución novedosa e ingeniosa.
Hoy os invitamos a comunicaros sin limitaciones ni restricciones. A comunicaros en equipo y en conversaciones informales, a preguntaros ¿qué tal estás? con plena sinceridad y queriendo escuchar la respuesta sin expectativas preconcebidas. Hoy os invitamos a veros hacia dentro, olvidando las pócimas mágicas y de magos externos.
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