12 de octubre de 2015

Todos somos genios

En una de las últimas entradas hablaba de la importancia de “la mirada” en el liderazgo. Una persona que gestiona o dirige un equipo debe tratar a cada persona de manera diferente pues necesita cosas diferentes para potenciar su desarrollo y motivación.

Profundizando en esa idea, hoy me gustaría hablaros del efecto Pigmalión y sus aplicaciones en el campo laboral.

El efecto Pigmalion nos habla del efecto que tiene en otra persona mi mirada, mis expectativas, mis creencias acerca de dicha persona.

Este efecto ha sido investigado muchísimo en la rama de la pedagogía y la psicología.

Parece obvio considerar que este efecto puede ser negativo o positivo, en la medida que mis creencias acerca de las capacidades o desempeño de otra persona pueden ser positivas o negativas.

Si una persona que dirige o gestiona un equipo tiene plena confianza en las capacidades de los miembros del mismo, es muy probable, que las personas que configuran ese equipo, saquen a relucir lo mejor de si mismos para satisfacer las expectativas de su líder y por tanto su rendimiento sea mayor. 

Y ahí es donde aparece la llamada “profecía autocumplida”. Una expectativa “falsa o no real” ha generado un cambio de comportamiento que ha provocado que la expectativa se haya hecho realidad.

Una vez que nos hacemos conscientes de la influencia que tienen nuestras creencias y expectativas de comportamiento en el comportamiento de las personas de nuestro entorno…piénsalo…


¿Qué creencia potenciadora puedes tener de las personas de tu entorno, de tu equipo, de tu familia para provocar un cambio positivo o potenciador en su comportamiento?

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