En una de las últimas entradas hablaba de la importancia de “la mirada” en el liderazgo. Una persona que gestiona o dirige un equipo debe
tratar a cada persona de manera diferente pues necesita cosas diferentes para
potenciar su desarrollo y motivación.
Profundizando en esa idea, hoy me gustaría hablaros del
efecto Pigmalión y sus aplicaciones en el campo laboral.
El efecto Pigmalion nos habla del efecto que tiene en otra persona
mi mirada, mis expectativas, mis creencias acerca de dicha persona.
Este efecto ha sido investigado muchísimo en la rama de la
pedagogía y la psicología.
Parece obvio considerar que este efecto puede ser negativo o
positivo, en la medida que mis creencias acerca de las capacidades o desempeño
de otra persona pueden ser positivas o negativas.
Si una persona que dirige o gestiona un equipo tiene plena
confianza en las capacidades de los miembros del mismo, es muy probable, que
las personas que configuran ese equipo, saquen a relucir lo mejor de si mismos
para satisfacer las expectativas de su líder y por tanto su rendimiento sea
mayor.
Y ahí es donde aparece la llamada “profecía autocumplida”. Una
expectativa “falsa o no real” ha generado un cambio de comportamiento que ha
provocado que la expectativa se haya hecho realidad.
Una vez que nos hacemos conscientes de la influencia que
tienen nuestras creencias y expectativas de comportamiento en el comportamiento
de las personas de nuestro entorno…piénsalo…
¿Qué creencia potenciadora puedes tener de las personas de
tu entorno, de tu equipo, de tu familia para provocar un cambio positivo o
potenciador en su comportamiento?
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