En los procesos de coaching, mucho del trabajo, consiste en tomar conciencia sobre nuestro nivel real de competencia.
Cuando una persona llega a un proceso de coaching, sabe que quiere realizar un cambio, sabe que la situación actual (profesional, laboral, personal,.....) no es la deseada y en ocasiones si tiene una idea de como quiere que sea la nueva situación, sin embargo, muchas veces, las personas no tenemos claro de entrada qué es lo que queremos o si disponemos de las herramientas (competencias) necesarias para generar el cambio.
Parte de la labor de un/a coach es desvelar este proceso a la persona. Ayudarla, en primer lugar, a vencer el miedo de no saber o no conocer y a continuación empezar a generar conciencia sobre nuestras capacidades y nuestros objetivos.
En coaching profesional o ejecutivo por ejemplo, el camino puede ser sencillo: pasar de la eficacia a la eficiencia. Es decir conseguir un nivel de competencia inconsciente que nos lleve a optimizar los recursos, sean estos del tipo que sean: personales, de tiempo, de esfuerzo,....
Suena sencillo y lo es. Un proceso de coaching nos encamina a descubrirnos en todas nuestras dimensiones y nos ayuda a tomar conciencia de nuestras competencias para poder después olvidar que lo sabemos y simplemente actuar.
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