1 de diciembre de 2014

Competencias emocionales 2 o aprendiendo a relativizar

Seguimos hablando sobre lo que nuestra inteligencia emocional nos permite hacer en algunas de las situaciones que vivimos. 

Pongamos por ejemplo alguna de estas situaciones que nos generan estrés, desazón, nervios, enfado,...En un primer momento, cuando sentimos que el sentimiento o emoción nos invade de lleno y aparecen sensaciones fisiológicas, ¿qué pensamientos suelen aparecer? "esto es un desastre"; "no voy a poder con ello"; "¿cómo ha podido pasar?";...Y otras ideas catastrofistas similares, ¿te reconoces? 

A continuación, nuestro cuerpo buscará la homeostasis o equilibrio pues no resulta sano mantener el estado de sobreactivación fisiológica durante mucho tiempo. Nuestra inteligencia emocional nos permitirá entonces relativizar y encontrar pensamientos alternativos que acompañen a una serie de estados afectivos algo más suaves. 

Sentiremos que necesitamos prestar toda nuestra atención para resolver la situación ("a ver, vamos a mirar este asunto con perspectiva que seguro encuentro alguna solución"); sentiremos activación de manera más controlada ("si me concentro y utilizo mis recursos, encontraré una salida aceptable"); sentiremos que quizás no es la situación ideal y que requiere de alguna acción por nuestra parte para generar un cambio que nos convenza más ("bueno, lo que ha pasado no me satisface, a ver qué puedo hacer a partir de ahora"). 

Estas serían algunas de las situaciones que podrían aparecer cuando relativizamos y tomamos perspectiva, cuando aplicamos nuestra inteligencia emocional a las situaciones con las que nos enfrentamos. 

Dejar que nuestro cuerpo mantenga ese estado de sobreactivación acompañándolo de las emociones que aparecieron en primer lugar y entrar en bucle con los pensamientos catastrofistas señalados anteriormente, nos habla de alguna carencia o falta de competencias emocionales, nos habla de una necesidad por encontrar o desarrollar recursos que nos permitan abordar las situaciones, sean cuales sean, sin desfallecer en el intento, sin machacarnos, sin añadir sufrimiento extra. 

También nos pueden hablar de debilidades puntuales, cuando no es lo habitual, sino una reacción concreta en función de la situación, de nuestra situación particular en ese momento o de alguna otra variable que puede estar influyendo en ese momento. 

Como puedes ver, lo importante para saber si estás utilizando tus competencias emocionales de una manera positiva para ti y para tu entorno, dependerá en gran medida de tu capacidad de autoobservación inicial para saber cual es tu tendencia. 

¿Necesitas entrenar alguna de las capacidades o competencias aquí señaladas? ¿crees que en tu Organización se podrían abrir las vías para desarrollar las competencias emocionales? En Kaiden sabemos cómo abordar este trabajo, ¿por qué no nos preguntas? Estaremos encantadas de escucharte y de proponerte una solución concreta para tus necesidades específicas: info@kaiden.es 

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