3 de diciembre de 2014

Uno, dos y tres....a jugar!!

 ¿Hace cuanto tiempo que no juegas? No me refiero tanto a un juego de cartas o vídeo juego ni tampoco a un deporte de equipo, sino a un juego más creativo. 

Puede ser simplemente el juego de palabras con un grupo de amigos o amigas, que empieza y no quieres terminarlo. El juego de inventar canciones, relatos, locuciones o incluso juegos más físicos, como el de la foto que acompaña esta entrada. 

Según indican algunos autores y definiciones sobre el juego, éste es una experiencia humana,  presente en todas las culturas.

Usamos el juego con fines lúdicos y educativos. Aprendemos la interacción social a partir del juego, fomenta la creatividad y facilita la integración de elementos diferentes, aparentes, lejanos, en una nueva mirada. 

Las primeras referencias que existen sobre el juego, según wikipedia, datan del año 3.000 A.C. por lo que parece ser una actividad inherente a la humanidad prácticamente desde sus inicios

Al llegar a la edad adulta, las personas tendemos a jugar menos, salvo que haya niños o niñas en nuestro entorno que nos faciliten "el pretexto perfecto" para jugar, rebozarnos por el suelo, inventarnos realidades paralelas, o cualquier otra forma de jugar, reír y disfrutar. 

Otro pretexto que nos viene muy bien a las personas que no convivimos con niños o niñas de manera habitual, es tener algún animal con quien podamos jugar, reír y tirarnos por el suelo....y es extraño que nos resulte tan comprensible que ese animal, perro, gato,.... en su edad adulta necesite su dosis diaria de juego y nos olvidemos de la nuestra. 

Hace algunos meses estaba haciendo tiempo y me topé con un parque en el que había una zona infantil. No había nadie y me subí a un columpio y empecé a mecerme suavemente hasta que recordé lo que me gustaba de pequeña impulsarme con todas mis fuerzas para llegar lo más alto posible y saltar cuando el columpio estaba en su desplazamiento hacia delante y ver hasta dónde llegaba....reconozco que disfruté y que me sentí rejuvenecida después, también algo mareada.  La inevitable pregunta es ¿por qué no lo he hecho más veces desde entonces? ¿por qué no me subo a los columpios que hay en mi pueblo, en mi entorno? 

Quizás al llegar a adultas las personas nos dejamos llevar por lo que "se espera de nosotras" y seguimos algunas reglas o patrones sin preguntarnos por qué y dejamos de hacer cosas de igual manera, sin ser plenamente conscientes de si es una decisión elegida o no. 

Te invito a jugar un poco y si te apetece, cuando te topes con un parque infantil, sube a un columpio y mécete de nuevo, como cuando eras niño o niña. 

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