Este fin de semana he visto Alma Salvaje y viéndola he conectado con sensaciones, pensamientos,
recuerdos y sobre todo me ha invitado y sugerido hacer un próximo viaje conmigo
misma sin ninguna meta o resultado específico.
Alma Salvaje, basada en una historia real, nos habla de una mujer
que decide emprender, un viaje en solitario a través del Sendero de las Cimas
del Pacífico. Un recorrido de más de 1.700 km durante más de 90 días. (Se dice
pronto, pero la dimensión del viaje es impresionante)
Una experiencia de este tipo, no es necesario que sea tan
larga ni intensa, permite viajar al interior o centro de uno misma, pasando por
todas las emociones y situaciones posibles.
Una experiencia de este tipo permite alejarse del día a día,
de lo cotidiano, de lo conocido y confortable (agradable o no, deseado o no)
para abrirte a un mundo desconocido.
Una experiencia de este tipo te conecta con lo más esencial
de tu vida, te enseña a viajar, caminar o vivir con lo fundamental, te enseña a
dejar atrás, a fluir con cada instante.
Una experiencia de este tipo te permite conectar y formar
parte de la naturaleza, de sus ritmos, de su lluvia, de su viento, de su
silencio, de sus murmullos, de sus noches estrelladas y sus atardeceres mágicos.
Una experiencia de este tipo te ayuda a poner en su justo
lugar lo que te sucede por dentro y por fuera, te ayuda a normalizar tus
inquietudes y a darles la relevancia adecuada.
Una experiencia de este tipo te cambia por dentro o mejor
dicho, te permite encontrarte, te ayuda a descubrir quien eres y estar “agustito”
con lo que ves.
Una experiencia de este tipo es un lujo que recomendaría a
cualquier persona para hacer una vez en nuestra vida, estar con uno/a mismo /a y
en contacto con la naturaleza, sin más pretensión que vivir y seguir caminando.
Las enseñanzas llegan, aunque no lo pretendas.
Os dejo el trailer de la película por si os anima a verla.
Os dejo el trailer de la película por si os anima a verla.
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