Todas las personas formamos parte
de algún equipo. Equipos más formales (equipos de trabajo), otros más
informales (con los amigos, en la familia, practicando algún deporte, etc)
Y de manera casi natural hemos
comprendido que cada pieza del equipo juega un rol, desempeña un papel
fundamental para que el engranaje del conjunto.
Además, también de manera casi
natural, nos damos cuenta cuando al equipo le falta algo, cuando es necesario
introducir algún cambio, cuando es importante dar un paso en otra dirección.
Si nos centramos en los equipos
más formales, los equipos de trabajo, esa necesidad de cambio se observa cuando
las personas comienzan a cansarse de sus tareas, cuando no hay visión de hacia
donde se va, cuando algún elemento del equipo no está al mismo ritmo que el
resto, cuando se han cumplido objetivos y no se han planteado la revisión de
nuevos retos, cuando la queja se ha instalado para quedarse, etc.
Los cambios son necesarios, inevitables
y es importante utilizarlos para avanzar, para crecer como personas, como
equipo y como organización.
Todavía me sorprende que muchas
empresas no dediquen tiempo y dinero a sus personas y equipos más allá del sueldo.
Si tomáramos conciencia que gran
parte de la motivación humana no tiene nada que ver con el dinero, si nos
diéramos cuenta que muchas personas serían mucho más productivas si el ambiente
laboral fuera diferente, si hubiera espacio para la creatividad, para la
innovación, para la aportación de ideas y sugerencias, si el personal se sintiera
que es una pieza clave de la empresa (de verdad), si las personas de un equipo
pudieran conocerse más allá de lo estrictamente profesional, si se generaran
nuevas formas de comunicarse y entender el liderazgo, si entendiéramos la
evaluación como una oportunidad para crecer y mejorar y no como un castigo. Si
comprendiéramos que el potencial de las personas es increíble y que podría estar
al servicio del equipo…
Todavía hay mucho que hacer y
descubrir en el campo del desarrollo de las personas en las organizaciones.
Para reflexión individual:
¿Qué crees que necesitaría el
equipo en el que tú estás? ¿Qué sería bueno que incorporara como nuevo hábito? ¿Qué
sería bueno que dejara atrás? ¿En qué equipos de trabajo has podido desarrollar
mejor todo tu potencial? ¿Qué características tenían esos equipos? ¿Puedes
reproducir algo en el equipo actual?
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