12 de abril de 2015

La mejora como proceso versus el estrés del resultado

A lo largo de nuestra vida se esperan determinados resultados, comportamientos,  decisiones o respuestas de nuestra parte. 

Se esperan unas notas determinadas en nuestra etapa escolar, la elección adecuada de una profesión, obtener un "buen" trabajo con un "buen salario", mantener ese "buen" trabajo, etc. 

En el ámbito personal también se esperarán algunas cosas de nosotros/as, pueden tener que ver con la paternidad y maternidad, con la adquisición de bienes, con un determinado tipo de relaciones, ocio, etc. 

En el fondo, se esperan "resultados" por nuestra parte. Resultados visibles, exhibibles, mostrables y demostrables. 

Lo que suele pasar no en una ni en dos sino en muchas ocasiones, es que los resultados, dependan en mayor o menor medida de nuestras actuaciones, no son los esperados: se me cruzó una asignatura que suspendí o incluso repetí; perdí el trabajo soñado o nunca logré obtenerlo; la casa que adquirí se la quedó el banco;...y así vamos sumando, frustración, rabia, resentimiento, envidia, malestar, estrés y enfermedad. 

¿Qué habría pasado si en lugar de esperar resultados nos hubiesen impulsado a vivir el proceso a través del cual obtengo unas u otras metas? Se hubiese esperado de mi, en mi etapa escolar, que disfrutase del proceso de aprender, que obtuviese herramientas que facilitasen posteriores aprendizajes y así mi desarrollo. Se comprenderían mis cambios de puestos de trabajo, mis dudas y cambios profesionales, como parte del proceso para descubrir qué profesional quiero ser, con qué fluyo como profesional. Se entendería que la adquisición de bienes no me define, con lo cual tenerlos o no,  perderlos o adquirirlos, no define mis éxitos o mi excelencia como persona. 

Si nos enfocásemos en la excelencia como un proceso, como un hábito, como el aprendizaje "en la vida" más que en los resultados, la frustración, rabia, resentimiento, estrés, etc., serían verdaderamente efímeras, pasajeras y no se instalarían en nuestros corazones y cabezas. 

En coaching a esto se le llama distinción, es decir, se trabaja con el cliente (coachee) para que elija él o ella cómo quiere ver el mundo, desde qué posición quiere empezar a confrontar la realidad, lo que sucede, lo que "le toca" vivir. 

¿Te gustaría conquistar la libertad para elegir cómo ver el mundo, tu vida y las circunstancias? ¿Crees que te aportaría paz y tranquilidad? ¿Tu horizonte cambiaría? Quizás probando una sesión entiendas desde lo experiencial de qué te estoy hablando. ¿Te apetece probar? Ya sabes que Kaiden te ofrece una sesión gratuita y sin compromiso, así nos conoces y sabes algo más de como funciona el coaching... info@kaiden.es 

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