Quienes trabajamos con personas
hemos aprendido con los años que la técnica, la teoría, las herramientas son
fantásticas para salir al ruedo con cierta seguridad, pero que luego está la
práctica, el día a día, que es el que realmente te da las horas de vuelo para
poder decir “lo hago de manera intuitiva, no sé porqué lo hago así”
(conocimiento inconsciente que se llama). En ese “lo hago así” está incluido
todo lo que has aprendido en todas las formaciones que has recibido, sumado a todo
lo que has visto hacer, más todo lo que has hecho. Todo ese conocimiento
adquirido es el que te permite escuchar a un cliente y escuchar más allá de lo
que te está diciendo con palabras. O estar con un grupo y saber manejar una
situación compleja o de conflicto.
Ese “saber hacer” te permite, en
mi caso, tener sesiones individuales o grupos y no sentir que nada se repite
porque en realidad cada persona es única y como tal es tratada. Sin dar nada
por supuesto, sin creer que ya sabes lo que necesita o te va a contar o demandar.
¿Cómo satisfacer las demandas o necesidades de cada persona (o grupo u
organización)?
Eso mismo que hago en mi trabajo,
en mi caso facilitando procesos de cambio y crecimiento, lo hace la persona que
está en atención al cliente o es dependienta en una tienda, o el camarero en
una cafetería.
Hay muchos trabajos donde no hay
una respuesta única, hay tantas como personas entran por la puerta. No hay
preparación posible. Bueno si, dar lo mejor de ti misma, tener una actitud de
entrega y generosidad y confiar en el proceso.
Esa máxima que nos dijeron de
pequeños “trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti” no funciona
más allá de las normas de convivencia básicas, el respeto y poco más.
Algo similar sucede con los
equipos de trabajo. ¿Debemos tratar igual a todos los miembros de un equipo?
¿Todas las personas necesitan lo mismo? ¿Cuál es el verdadero objetivo de una
persona que dirige o coordina un equipo? El para qué de una persona que dirige
un equipo es, desde mi punto de vista, sacar lo mejor de cada persona, que cada
persona esté motivada y rinda (sea productiva, eficiente, creativa, genere buen
clima) al máximo.
Para ello, la persona que dirige
tiene que tratar a cada persona de manera diferente porque somos seres únicos,
con necesidades únicas, con formas de entender el trabajo y la motivación únicos.
Hay un vídeo (está la versión
completa, sólo os dejo la parte que tiene relación con este post) que creo que
explica muy bien de lo que hablo.
Así, dirijamos un equipo o
formemos parte de uno, pensemos en dar lo que necesita la otra persona y no lo
que necesitaríamos nosotros o lo mismo que necesita el del al lado para no hacer
distinciones.
Vivan las distinciones,
pues somos diferentes!!!!
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