¿Qué criterios seguimos al evaluar a nuestros equipos? |
En realidad, esta pregunta es un
poco falaz, pues aunque no lo creamos, siempre evaluamos a nuestros equipos, lo
hagamos de manera más o menos sistemática. De manera involuntaria hacemos una
valoración del desempeño constantemente.
Entonces, la pregunta realmente
debería ser algo así ¿Qué sucede cuando no evaluamos a nuestros equipos a
través de un método formal? Pues que en realidad los resultados de nuestra
“evaluación” no sirven para casi nada. Porque no es evaluación ni es nada, lo
podemos dejar en observación, juicio y conclusiones.
Conclusiones casi invariables. Una
vez que nos hayamos hecho una idea de un/a trabajador/a resulta muy improbable
modificarlo. Las siguientes observaciones las haremos con la influencia de esa
primera valoración por lo que las subjetividades se van sumando.
Y esa es una de las más graves consecuencias
de la evaluación informal, que al carecer de una sistematización (quien evalúa,
cuando, cuantas veces, qué se evalúa, para qué la vamos a utilizar, etc) se
puede utilizar como excusa para lo que queramos (despidos, modificación
condiciones laborales, reprimendas, etc). ¿Quién no comete errores en el
desempeño de su trabajo? Nadie.
Por eso, si se evalúa en
cualquier momento y sobre aspectos no comunicados y acordados previamente, la
evaluación es una trampa y nos sirve para nada de lo que debería ser, que es
para el desarrollo de las personas.
Una evaluación del desempeño,
adaptada a la cultura y valores de cada organización, puede ayudar a
identificar áreas de formación continua, ayuda a facilitar criterios para la remuneración
variable, eleva los niveles de compromiso y motivación de la plantilla, aumenta
la eficiencia de los procesos al detectar márgenes de mejora de manera
constante y más y más beneficios.
Crear e implementar un modelo de
evaluación del desempeño en nuestra organización o en nuestros equipos resulta
básico para desarrollar a las personas, para mejorar, para adaptarnos a la
realidad cambiante, para innovar, para retener el talento.
Resulta fundamental identificar
las consecuencias o el coste de no evaluar. ¿Se lo puede permitir tu
organización o tu equipo?
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