La noche de San Juan es la fiesta que, en el hemisferio Norte, celebra que ha llegado el solsticio de verano y, aunque hay distintas
versiones, se dice que encendemos hogueras para purificarnos y para dar más
fuerza al sol, que a partir de esos días, se va debilitando dándonos menos
horas de luz (vamos hacia el solsticio de invierno).
Aunque en cada lugar del mundo se celebra con
sus matices culturales parece que coinciden en el componente fuego y quemar o
desprenderse de lo viejo para dar paso a lo nuevo.
Resulta difícil obtener resultados diferentes
si no nos desprendemos de viejos hábitos e incorporamos algunos nuevos. Cambiar
supone, si o si, dejar atrás algo para dar paso a algo distinto, nuevo. Por
eso, en un proceso de coaching siempre empezamos definiendo “dónde quieres
estar en el futuro” “qué quieres obtener”
Es mejor plantearse las metas en positivo. Es
más motivador plantearte qué quieres obtener, qué habilidad te gustaría tener,
qué hábito quieres incorporar que pensar en lo que no quieres tener en tu vida.
Un ejemplo práctico sería “quiero mejorar mi
salud” en lugar de “dejar de fumar”, “pesar 65 kilos” en lugar de “perder 5
kilos”
Centrarte en lo que quieres y dejar atrás lo
que no quieres. En las hogueras de San Juan solemos quemar objetos o papales
escritos con lo que queremos lograr en nuestra vida y lo que queremos dejar
atrás. Un proceso de coaching puede ser un excelente apoyo para tomar la
iniciativa para que esos deseos (sueños) puedan ir tomando forma en una
realidad.
No sé si has celebrado la noche de San Juan.
Quizá estás a tiempo (en algunos lugares del mundo lo celebran hoy).
¿Qué te gustaría tener/ser/hacer dentro de un
año? ¿Cómo te gustaría verte? ¿Qué te gustaría estar haciendo? ¿Qué quieres
sentir?
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