Reflexionando sobre los compromisos y el lugar que ocupan éstos en nuestro día a día, pensaba en aquellos compromisos adquiridos con nosotros/as mismos/as y que en ocasiones no priorizamos de igual manera que los adquiridos con otras personas.
Parecería que si el compromiso es conmigo misma y no tengo el tiempo para cumplirlo, puedo aplazarlo y llevarlo a cabo en otro momento. Sin embargo, si repito a menudo este funcionamiento ¿cuando llega ese otro momento? ¿hasta cuando los puedo aplazar? ¿realmente no son tan importantes como el resto de compromisos?
En un proceso de coaching, al ser la persona la protagonista, no hay nada más importante que los compromisos que adquiere consigo misma y creo que es un buen entrenamiento.
El periodo llamado entre sesiones, es decir los días que hay entre dos sesiones de coaching, es el momento en el que el/la cliente o coachee trabaja para si y para el desarrollo de su potencial. Si la persona cumple con aquellos compromisos que ha adquirido en la sesión, el avance resulta no solo más potente sino más veloz. Darnos cuenta de esto, nos ayuda a tomarnos más en serio y a cumplir con nuestros compromisos, con aquellos que adquiero conmigo, aprendiendo a darles un lugar en mi agenda, es decir a priorizarlos del mismo modo que aquellos que adquiero con otras personas.
Este aprendizaje además nos da mucha fuerza y seguridad, nos ayuda a gestionar el tiempo y las prioridades de otra manera y nos reconcilia con nuestro para qué, con nuestro objetivo vital.
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