12 de junio de 2013

Las emociones y el coaching

Hemos realizado varios talleres de crecimiento personal dedicados casi en exclusiva a las emociones y en la mayoría, por no decir todos, los procesos de coaching en algún momento se trabaja con las emociones.

Las emociones nos dan pistas e información de cómo nos encontramos, qué necesitamos respecto a nosotros/as mismos/as y respecto a nuestro entorno. Lo que nos ocurre es que a veces, nos cuesta un poco más descifrar todo lo que esconden las emociones.

En un proceso de coaching, el apoyo del coach, con sus preguntas, nos ayuda a clarificarnos, a ponerle nombre, a reconocerlas, a aceptarlas, a indagar qué información nos está transmitiendo y a pasar a la acción.

Así, por ejemplo, si una persona, en el transcurso de una sesión, verbaliza o siente miedo (a enfrentarse a una situación, a perder un trabajo, etc) el trabajo a realizar será obtener toda la información posible de esa emoción (el miedo, en este caso) para que la persona pueda trabajar mejor con ello.

¿Qué te asusta, exactamente, de esta situación?
¿Qué podría suceder?
¿Qué crees que está en riesgo, qué puedes perder?
¿Te ha pasado alguna vez algo parecido? ¿Cómo se resolvió esa situación? ¿Qué consecuencias tuvo?
¿Qué podrías hacer para evitar que eso que temes ocurra?
¿Qué podrías hacer para minimizar el impacto (si ocurriera lo temido)?

Muchas veces, nos quedamos atrapados/as en las emociones sin obtener todo lo valioso que tienen. Un profesional puede ayudarnos a descubrir que, en este caso las emociones, son una fuente inagotable de sabiduría y autoconocimiento. Algo que sólo puede ayudarnos a potenciar nuestro desarrollo y bienestar.

A veces me pregunto porque nos empeñamos en hacerlo todo en solitario, ¿Por qué no pedir apoyo en un momento determinado? ¿Qué imagen nos preocupa dañar?




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