24 de marzo de 2014

Acortando la brecha de aprendizaje con coaching

"El aprendizaje es un simple apéndice de nosotros mismos; dondequiera que estemos, está también nuestro aprendizaje." W. Shakespeare

Las personas aprendemos de manera constante y permanente. Vamos adquiriendo conocimientos y habilidades que nos sitúan en nuestra amplísima zona de confort, desde la que generamos automatismos que nos facilitan la realización de muchas tareas. Ganamos eficacia en todas aquellas áreas de conocimiento adquirido. ¿Qué sucede cuando nos encontramos ante nuevas áreas de conocimiento? Perdemos absolutamente toda posibilidad de intervención y entonces se nos abren dos posibles vías:


Entrar en la zona de expansión y generar un nuevo aprendizaje o por el contrario entrar en la zona de pánico y aferrarnos a nuestros conocimientos existentes, generando una gran barrera ante lo nuevo, lo desconocido, lo que hiere a mi ego. 


En ambas situaciones, pierdo y gano. Me expongo, elijo, me reconozco. Sin embargo, tender a la zona de pánico puede aislarnos, limitarnos, o incluso convertirnos en personas arrogantes. Una buena defensa, por ejemplo, es menospreciar esas áreas de conocimiento desconocidas y temidas por mi y creer que "con todo lo que yo ya sé, tengo suficiente". 

Si elijo la zona de expansión por el contrario, lo haré siendo consciente de mi necesidad y deseo por aprender algo desconocido para mi. Si, se generará ese estado de insatisfacción por no poder realizar algo, por no saber hacer algo, y sin embargo, generaré las oportunidades para aprender y cambiar mi estado. Pasaré de no saber, a saber, de no poder a poder, de desear a tener. En ese cambio aparece la brecha del aprendizaje: paso de un estado a otro y el camino que existe entre ambos estados, será la llamada brecha. 

Mientras transitamos por esta brecha, aparecen obstáculos internos y externos. Es posible que este proceso de aprendizaje requiera muchos recursos (tiempo, ayuda, económicos,...) y que nos genere dudas en el camino. Lo que si es seguro, es que en un proceso de aprendizaje nuestras emociones también nos hablan, nos generan dudas, miedos, certezas, seguridad o inseguridad. Esta información podemos interpretarla como obstáculos insalvables y retroceder a la zona de pánico. Es por ello, que un proceso de coaching, que acompaña nuestro proceso de aprendizaje puede ser muy potenciador. 

En un proceso de coaching, no saber es parte natural del proceso y por lo tanto no se juzga, no se castiga. En un proceso de coaching, es el/la cliente quien sabe las respuestas y el/la coach tiene plena confianza en ello y la expresa y comparte. En un proceso de coaching se genera un contexto de respeto y confianza, muy propicio para el aprendizaje. Así, llevado por un profesional serio y capacitado, se convierte en una herramienta facilitadora del aprendizaje y la brecha se transita con confianza e ímpetu.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario