16 de junio de 2014

Ahondando en la gestión emocional

Mucho hemos hablado ya de las emociones en este espacio. Muchos libros y manuales, conferencias y ponencias hemos visto en youtube sobre este apasionante tema. 

Algunas personas tenemos una idea más o menos general sobre lo que es la gestión emocional, la inteligencia emocional o sobre el genérico papel que cumplen las emociones en nuestras vidas. 

Podemos leer manuales sobre psicofisiología o neurología y encontrar algo de luz o no. 

¿De qué hablamos cuando decimos "gestión emocional"? 

Este concepto está íntimamente relacionado con las teorías sobre inteligencia emocional que en los últimos años se han popularizado y que intentan explicar qué sucede con las emociones en nuestro organismo, en nuestras relaciones y en nuestra vida, en general. Buscan aportar herramientas o una visión sobre las diferencias humanas, interespecies, intersujetos de cada especie, etc. 

Así pues la gestión emocional es lo que hace nuestro cerebro con los estímulos interpretados como relevantes por nuestro sistema límbico. Un área del cerebro relativamente pequeña que transmite la información a una gran velocidad y que indica al resto de nuestro cerebro y de nuestro cuerpo, cómo reaccionar. 

Es decir, hablaríamos de una capacidad más o menos intrínseca a la persona que está relacionada con su genética, con sus experiencias emocionales previas, con sus habilidades cognitivas y emocionales, con quien es esa persona. 

Y esta gestión emocional ¿es inamovible? 

Pues en mi opinión y en la de grandes expertos y expertas sobre el tema, no lo es (consultar bibliografía de Linda Lantieri o Leslie Greenberg, por ejemplo). Nuestra capacidad para gestionar lo que habitualmente sucede ante respuestas emocionales, se puede alterar en función de muchos y diversos elementos. 

Dado que esto no pretende ser un manual sobre la gestión emocional, sino una entrada de un blog, vamos a hablar, esta vez, solamente de uno de ellos. El refuerzo. 

Ante una reacción visible determinada sobre una respuesta emocional de una persona concreta, el entorno y ella misma reaccionan de una manera u otra. Si ante los gritos de alguien que expresa su enfado la reacción del entorno refuerza su necesidad (obtiene lo que desea), esta respuesta tendrá muchas más probabilidades de repetirse que si no lo obtiene. Asimismo, si ante esta respuesta del entorno la persona se visualiza de una manera "positiva" respecto al rol que desempeña o que cree desempeñar, ante sus valores, ante las creencias que posee sobre cómo debe funcionar el mundo, la respuesta muy probablemente se convertirá en un patrón habitual. 

Si por el contrario el refuerzo es "negativo", las probabilidades de repetición disminuirán drásticamente. 

Por lo tanto, cuando encontramos respuestas emocionales que no nos gustan del todo en nosotros/as mismos/as y en otras personas, observaremos qué está manteniendo esta respuesta y decidiremos si queremos contribuir en un cambio. Contribuir si hablamos de otra persona o realizar si hablamos de mi. ¿Qué estoy reforzando? ¿Qué valores hay detrás que mantienen esta respuesta? ¿Cuál es mi sistema de creencias que justifica este tipo de respuesta? 

En procesos como el coaching o la terapia, se trabaja eficazmente en este tipo de cuestiones. Indagando qué hay debajo de la respuesta observable y generando un cambio profundo y duradero. ¿Quieres saber más sobre el trabajo en la gestión emocional en un proceso de coaching? ¿Por qué no nos preguntas? info@kaiden.es 


Podrás encontrar en este blog algunas entradas bajo la etiqueta gestión de emociones o gestión emocional. En marzo de 2013 publicamos una entrada con el título La regulación emocional y el refranero popular por si te interesa revisarla. 

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