23 de junio de 2014

Solsticio de verano o aprender de la naturaleza para nuestros cambios personales

Parecía que no llegaría, pero ya está aquí. Ya está aquí el verano y con él los días largos y llenos de luz y calor.

Los solsticios son puertas al cambio y éste, el de verano, es celebrado desde hace miles de años en casi todas las culturas, desde la celta, azteca, maya, inca, griega, hindú, hasta los bereberes de África.

En todas ellas hay similitudes como el encendido de hogueras para dar fuerza al sol (que desde esta fecha comienza a descender), para purificar lugares y personas, utilizando esas cenizas para abonar las tierras de cosechas, para favorecer la fertilidad femenina, para, en definitiva, permitir y favorecer que brote al exterior todo lo trabajado a nivel interno durante los meses de invierno.

Durante los meses de invierno y primavera hemos estado sembrando en nuestras vidas, en nuestras relaciones, en nuestros proyectos y ahora es el momento de dedicar esas horas de luz a recoger los frutos.

Como los frutos, los cambios internos no se producen de un día para otro. Requieren conciencia y decisión. Pero también requieren tiempo, algo, en lo que a veces, no somos capaces de reparar.

Observar la naturaleza puede ser un ejercicio muy potente para descubrir que cada cambio requiere su tiempo, su preparación y sus circunstancias. Un melocotonero, por mucho que se empeñe, no dará sus frutos en el mes de diciembre.

Sembrar, abonar, podar, aceptar los tiempos y tener paciencia quizá sean grandes lecciones que nos brindan la naturaleza y sus cambios.

¿Qué símil o metáfora podría ser sembrar, abonar y podar en nuestras vidas?

¿Quiero melocotones? Pues no sembraré ni limones, ni manzanas, sino melocotones. Tomar conciencia de lo que he estado sembrando hasta la fecha y si quizá estoy recogiendo frutos no deseados porque no estoy sembrando lo que deseo obtener o no lo he sembrado en el momento o lugar apropiado.

Abonar para mí tiene que ver con los hábitos, con las acciones que mantienen la posibilidad de obtener lo que deseo. ¿Qué hábitos, qué acciones me acercan a lo que me propongo?

Y podar tiene que ver con saber cortar lo que está restando fuerza y posibilidades a mi árbol. ¿Qué creencias me están limitando? ¿Qué relaciones son tóxicas o me debilitan? ¿De qué quiero alejarme? ¿Qué no quiero en mi vida?

Toda esa toma de conciencia y de decisiones te la puede proporcionar un proceso de coaching. Un excelente proceso personal que te acercará mucho más a los melocotones que quieres.

Feliz verano lleno de frutos!!!


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