1 de septiembre de 2014

Un viaje revelador

Cuando llega el período veraniego, solemos planificar viajes. Muchas veces, son viajes con compañeras y compañeros habituales, con quienes hemos ya realizado algún que otro viaje y con quienes hemos disfrutado de nuestras vacaciones. 

¿Has hecho algún viaje tú sola/solo? ¿Te has tenido alguna vez como única/o compañera/o de viaje? 

Algunas personas realizan este tipo de viajes de manera frecuente, disfrutan estando con ellas mismas y pienso que para llegar a este punto, deben conocerse bastante bien. 

Este, ha sido el primer año que yo he hecho un viaje así, unas vacaciones conmigo misma. Ya había vivido la experiencia de viajar sola, en viajes de trabajo que duran varios días, sin embargo no lo había experimentado en un viaje de ocio, por elección propia. 

¿Qué he aprendido en este viaje? 

Han sido muchas las experiencias y los aprendizajes. Aquí quiero compartir un par de ellos. 

Aprendí que sentir y compartir lo que sientes cuando ves un paisaje maravilloso, un ciervo cruzando la carretera o probando una comida exquisita, se ha convertido en algo tan habitual que encontrarme en estas situaciones con el asiento del copiloto o la silla de enfrente vacías, me ha permitido aprender a compartir conmigo, a recrearme en estas emociones y sensaciones y a comunicarme conmigo. Es verdad que el aprendizaje ha pasado por momentos difíciles de echar de menos, de sentir una ausencia aún más presente y día a día sin embargo, he ido conectando más conmigo aún con la constante presencia de esta ausencia. He aprendido que la tristeza o el dolor de una pérdida puede acompañar momentos de felicidad y de contemplación de la belleza. Que no estar con mi compañero  de viajes habitual no significa estar sola, puesto estaba en todo momento conmigo misma. 

También aprendí que en cada persona hay tesoros por descubrir y que puedes tener una buena conversación, igual de profunda que de efímera cuando vives en apertura, en flexibilidad y en amabilidad. Tener ganas de disfrutar, te pone en una actitud muy concreta que contagias y con la que se genera un espacio único de conexión. Sabes que te vas a despedir y que es probable que no vuelvas a ver a esa persona, que no es tu amiga ni lo será nunca y no por ello escatimas en escucha, empatía y amabilidad. La visión de abundancia puede hacernos vivir cada pequeña experiencia como una gran revelación. La visión del aquí y el ahora facilita la conexión con nuestros congéneres. 

Estas dos experiencias o aprendizajes me han conectado en especial con una parte de mí que se ha potenciado y desarrollado en los últimos 4 o 5 años. A partir de empezar mi camino en el coaching, en Kaiden, en la incertidumbre y en la libertad. Es por ello que quizás ahora me siento aún más rica y afortunada, ahora reconozco las experiencias vividas, los aprendizajes adquiridos, que me han permitido hacer este viaje y disfrutarlo. 

¿Crees que el coaching puede potenciar lo que ya llevas dentro? ¿De qué manera podemos apoyarte? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario