Muy someramente, el perfeccionsimo incluye:
- Existen solamente dos posibilidades: perfecto o "eres un/a irresponsable/desastre".
- Miedo al "fracaso": cualquier error, por pequeño que sea, sean cuales sean las consecuencias, es un estrepitoso fracaso.
- Deseabilidad social: solamente me doy permiso para hacer las cosas "perfectas" para que "los/las demás" vean lo bueno/a que soy.
- Vivo con angustia los retos complejos y me enfado con facilidad cuando las cosas "no salen bien".
- Juzgo a las personas por lo capaces o incapaces que son "a mis ojos".
¿Te suena alguna característica? Quizás algunas las reconozcas en alguna persona de tu entorno o incluso en ti mismo/a. De alguna manera parece que en nuestra sociedad (occidental) este rasgo se ha intentado cultivar con elevadas exigencias académicas, poco trabajo de aceptación, poco entrenamiento para gestionar la frustración, para aceptar nuestras equivocaciones públicamente y así poder reconocer, de corazón, que "no soy perfecta/o y nunca lo seré".
El coaching es acción, supone ponernos manos a la obra y actuar. También supone recibir un feeback más realista que nos permita poner nombre "a las cosas", a las emociones, a mis "limitaciones". Supone mirarnos con amabilidad y responsabilidad, con el objetivo de aprender y a partir de ese aprendizaje tomar decisiones. El coaching es cambio de hábitos y rutinas, es cultivar un mirada cariñosa y potenciadora. El coaching es aceptación.
Dar los primeros pasos para romper con un hábito de perfeccionismo puede parecer farragoso y sin embargo está en tu camino, si es lo que quieres en este momento.
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